sábado, 24 de abril de 2010

Kilowatt: Leyenda del rock peruano

Extraido del Blog de Domingo de Ramos
*Por Róger Santiváñez.

Corrían los últimos meses de 1982. Se acababa de fundar el Movimiento Kloaka . yo vivía en el Rímac y algunas tardes me visitaba un joven estudiante del colegio Ricardo Bentín-David Pillman- a quien había conocido poco tiempo antes, en una muestra de Arte Joven titulada “Propuesta II”, sita en el Museo de Arte Italiano y gracias a la mediación del recordado crítico Hugo Salazar del Alcázar. Como Pillman moraba en la populosa Av. Pizarro, muy cerca de mi casa en la Urb. Villacampa, llegaba a verme casi a diario para tratar temas de poesía, pintura y rock. Gustaba hacerse llamar mi “mi discípulo aventajado” y frecuentó las reuniones de Kloaka en el restaurant Wony , junto a otro chico del Bentín –Miguel Valladolid- con quien estuvo a punto de lanzar “Kloaka-Escolar”; pero el tiempo los ganó: terminaron las clases y todo quedó en un hermoso deseo.

Sin embargo Pillman, en los últimos días del año, se dio la maña para organizar una reunión fundamental (ahora lo comprendo así) en una especie de garaje o desván de su propiedad, al lado de la casa paterna. Allí me presentó a 2 muchachos inquietos y muy interesados en el asunto cultural. Ellos eran Ricardo Montañez y Edgar Barraza, quienes vivían también en las cercanías del barrio, Pillman ya les había hablado de mí y del Movimiento Kloaka.

Les expuse detalladamente la nueva propuesta y mi deseo de romper fuegos muy pronto con un Recital-Concierto-Exposición en el Bar La Catedral de la Plaza Unión (donde se sitúa la novela de MVLL). Todo esto entusiasmó a los dos jóvenes. Ricardo montañez cogió la guitarra y se puso a tocar temas de rock clásico, asegurándome que tenía un hermano quien tocaba mil veces mejor que él. Edgar Barraza me habló de un grupo en el cual cantaba, “Kola Rock”, compuesto por chicos de Comas. Y afirmó: “Increíble. Algo bien grande va a empezar muy pronto”. Edgar Barraza no era todavía “Kilowatt”, pero ya era ese talentoso joven que sabía cantar el rock como nadie lo ha hecho en el Perú. Esto, sumado a un honesto interés por el arte, la cultura y la política, hacían de él una de las personalidades más atractivas de una escena que –a la sazón- podríamos denominar pre-subterránea.

Y es que Barraza, los hermanos Montañez y otros patas del Rímac (como Carlos Oliva, que después sería uno de los fundadores de “Neón”) formaban una especie de célula rock, cuya propuesta central era la fundación de una nueva hora para dicha tendencia musical en el Perú.

Se buscaba acabar con el imperante canto inglés. Había que cantar en nuestro idioma, hablar de problemas concretos y asumir una cierta ideología popular y cuestionadota del orden establecido. En ese momento todavía no habían salido a la luz pública “Leuzemia” ni “Narcosis”. Pero ya existía esta movida proto-subterránea en la que estaban grupos como “Temporal”, “Soljani”, “Cimiento”, “Madrigal”, “Seres Van” entre otros. Justo es recordar que Edgar Barraza, ya bautizado “Kilowatt” por Leo Escoria debido a su eléctrica figura similar al logo de la Energía , fue un enlace fundamental con la ola del rock subterráneo: Kilowatt ensayó y estuvo a punto de ser cantante de “Leuzemia”. Recuerdo que me visitaba llevándome las letras mecanografiadas del entonces nuevo grupo y me hablaba entusiasmado con la expectativa de lo que significaba algo así. Kilo no llegó a debutar con “Leuzemia”, pero sí me llevó a conocerlos en diciembre de 1983, al concierto que hubo en la Escuela de Bellas Artes. Y a partir de allí fue uno de los activistas más entregados a la causa del rock subterráneo.

Retomo el hilo de la historia: El Movimiento Kloaka estrenó su vida pública el 11 de febrero de 1983 en la Catedral , con lecturas de los noveles Domingo de Ramos, Edián Novoa, Guillermo Gutiérrez, Mary Soto, Mariela Dreyfus, Pepe Velarde, Dalmacia Ruiz Rosas entre otros invitados, exposición de Polanco y tocada de “Durazno Sangrando”, y de un grupo ad-hoc formado en el instante por Toño Arias (batería), Raúl Montañez (guitarra) y Edgar Barraza “Kilowatt” en la voz. Todos del Rímac. Fue una noche inolvidable. Desde ese momento Kilo se constituiría en el puntal del rock-con refrescantes influencia punk-para todas la presentaciones de Kloaka . Al mismo tiempo me visitaba diariamente para escuchar buena música y leer todo tipo de poesía moderna.

Rimbaud, Lautréamont, Artaud, Ginsberg y por supuesto Vallejo, a quien él amaba. Para el Recital-Concierto de abril del 83 en el Auditorio Miraflores, Kilowatt hizo la versión peruana del antiguo hit de Elvis Presley “Jhonny BeGood” , llamándolo “Jhonny Huancayo”, narrando la historia de un joven huancaíno que se viene a Lima soñando ser estrella de rock; fracasa, se regresa a la sierra y se mete a las filas del Partido Comunista Sendero Luminoso. Esta canción puede escucharse en el cassette que los hermanos Montañez lanzaron poco después de su muerte acaecida en Buenos Aires a principios del 2001.

Después de Kloaka y de la primera gran ola de rock subterráneo (1985), Kilowatt se convirtió en un paradigma y un ejemplo de honestidad y pureza para muchos jóvenes que veían en él al rockero que no se vende, al artista íntegro y revolucionario. Con algunos de ellos formó la banda “Kilowatt y sus cuchillos”, dejando una herida abierta –no solo por su muerte antes de tiempo- si no palpitar perenne de compromiso con una verdad y testimonio insuperable de amor al rock.

*Poeta del Movimiento Kloaka y ahora residente en USA.

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