lunes, 23 de noviembre de 2009

Baúl del Recuerdo del Rock y Nueva Ola del Perú

UNA SERIE DE FOTOGRAFIAS RECORDANDO ALGUNOS DE LOS CONJUNTOS DE LA NUEVA OLA PERUANA DE LOS AÑOS 60'S, LAS CANCIONES QUE SE ESCUCHAN SON DE DOS GRANDES ESPONENTES DE LA NUEVAOLA, EL PRIMERO LOS DOLTONS, CON CESAR YCHICAWA EN LA VOZ CANTANDO "EL CUADERNITO" Y LA SEGUNDA CANCION SON LOS SHAINS EN LA VOZ DE GERARDO ROJAS, LA CANCION "NO TARDES LUPE"

"El Aire" y el Rock Nacional

06 de mayo de 2009

JJ Castro - Siempre hay un concepto en mí
Extraído del blog Atrapa la Luz

Escrito por Julio Meza Díaz




Después de semanas y semanas de luchar contra la molicie (si, querido lector / oyente, no conoces ese término, te recomiendo leer un cuento de Julio Ramón Ribeyro titulado de ese modo), después de luchar contra la molicie, decía, logré salir a flote y, tomando el débil bote de mi autoestima, navegar con dudas hacia el norte de mis actividades. De ese modo, además de ponerme al día en mis lecturas (tengo cúmulos de libros que debo revisar para mi tesis), cogí mi grabadora y empecé a transcribir la entrevista que le hiciera a JJ Castro a inicios del año. JJ Castro, líder del (para mí) mejor grupo de rock peruano de los 90, El Aire, me brindó unos minutos de su tiempo, y me maravilló con su transparente inteligencia y su capacidad para saltar de un tema a otro sin perder el sentido general del diálogo. Lamento mucho no haber posteado esta entrevista con anterioridad, y, por ello, le reitero mi pedido de disculpas a JJ Castro. No obstante, ahora que ya he cumplido con mi labor de periodistas-crítico de rock aficionado, creo que puedo quedar tranquilo, pues he puesto a tu disposición, estimado lector / oyente, las palabras de JJ, nuestro principal músico de vanguardia.

El disco “El Aire” abre con una canción llamada “Lluvia en el ande”. Hay una clara referencia allí a lo que es la sierra peruana. ¿Cuál es tu vinculación con la música andina?

He nacido en el Perú y he crecido en el Perú. Entonces, la música andina es una rama sonora que siempre la he tenido presente y que no he podido ignorar. Además, me gusta.

Ahora, yo me considero un músico mecánicamente limitado. De modo que, como un elemento urbano, lo que me queda es la síntesis. Y eso se manifiesta en lo que hago, que es recoger todas las experiencias auditivas, las cuales trato de recrear como un vehículo de expresión.

En el caso de la canción que mencionas, era pertinente hacer referencia a lo andino. Si examinamos los andes, nos daremos cuenta que ellos contienen nuestro sistema hídrico. Decanta la lluvia, se desliza a través de quebradas, y se torna en río o hielo. Y de aquello se propulsa la vida.

Es interesante lo que dices, porque en el disco “El Aire” gran parte de las canciones hablan de un amor que acaba e, incluso, la última canción se llama "Terminal" y hace referencia a una relación de pareja que se muere poco a poco. Entonces, mi pregunta es: ¿cómo relacionas el constante renacer al que haces mención en “Lluvia en el ande” con lo que muere en "Terminal"?

Está bien realizada tu lectura del disco. Hay una microfoto auditiva de eso en el pasaje entre "Cardiograma" y "Limbo". Es decir, falleces, vas al limbo, y luego renaces. Por eso hay como un estrépito. Las canciones están concatenadas, de modo intencional y no intencional.

Ahora, en "Terminal", podemos encontrar la imagen del paciente que está muriendo, pero más que todo es vida. Estoy hablando de vida. Lo que no da para más, no da para más. No concibo el amor si no se practica, si no está el bien. Y este puede suceder aunque la pareja no esté junta. Claro que no necesariamente tiene que haber amor. Pues dicho sentimiento tiene que ir y venir. Cuando se insiste en una relación que tal vez no es positiva, pero que goza de magnetismo -relación en la que se podría caer en lo absurdo-, usualmente el empeño que se pone no producirá ningún resultado. Y la pareja fallecerá.

¿Y qué tiene que ver esto con el renacer del ciclo andino?

Creo que directamente nada. Tendría relación más bien con el ciclo de la vida.

Me refiero a la estructura del disco El Aire. Esta va de un renacer a un…

Acaba como empieza: con una invocación.

Claro, ahora lo recuerdo. Termina con una lluvia. Es decir, el disco es un círculo.

Sí. Y también puedes leer los microciclos. La vida también se compone de microciclos. Lo que empieza acaba de alguna manera. Hay procesos a veces truncados, hay otros completos, pero todos tienen un principio y un fin.

El disco “El Aire” salió el año 96. Me acuerdo que ese año, en la revista Caleta, se eligió como mejor disco para el público “Suicida de 16”, de Rafo Ráez. Y, por otra parte, “El aire” fue señalado como el más destacado para los críticos. ¿Tú crees que los trabajos del El Aire son para los oídos especializados?

Yo creo que ningún grupo es un grupo para críticos o para no críticos. Es decir, una banda es solo una banda.

A lo que me refiero es a que los discos de El Aire han tenido mayor recepción entre los críticos que en el público.

Si eso es así, se debe a varios motivos. Primero, tal vez la música de El Aire no es popular o no se ha popularizado. O, más bien, no se ha hecho mucho esfuerzo en hacerla popular. En ninguno de esos casos he pisado el acelerador. He tocado poco para lo que se suele tocar. Me he esforzado poco en el aspecto mediático para lo que se acostumbra. Mi presencia es inconspicua muchas veces. He hecho conciertos que han estado fuera del circuito, como he tenido también la oportunidad de hacer un concierto muy grande. Entonces, considero que si los críticos le revientan tantos cohetes a mi obra, es quizás porque me he hecho amigo de algunos de ellos –no me gustan los fans sino los amigos–. Y me he relacionado con dichos críticos, porque he deseado conocer de una manera bastante genuina de qué se trata la labor musical.

Ahora, hay personas que tienen legítimamente una convicción positiva sobre mi trabajo, y la defienden y sostienen. Es más, algunos son abogados como tú. Puedo decir que son gente que manejan postulados que no carecen de base, lo cual es muy interesante. Otra cosa que también he descubierto es que muchos de ellos han sido siempre muy aventajados en el colegio y en la universidad –cosa que es mi antítesis de algún modo–, y esto me parece muy atractivo. Por otra parte, se encuentran algunos músicos, quienes no tienen mucha dificultad al momento de valorar mi carrera. Entonces, si El Aire es una banda de críticos y de algunos músicos a quienes ha provocado o influido de alguna forma, es porque hace música alternativa, porque se desempeña bajo las reglas de las bandas hacia las que me siento atraído. Uso metodologías de trabajo que no son las de la industria, sino que más bien son paralelas a las de la industria. De modo que no tengo ningún problema en mostrar distintas calidades de sonido, porque el público que consume mi música entiende cuál es la situación y se informa sobre el tema. Así, al que le gusta El Aire, tiene motivos para que le guste.

Mira, uno de las expresiones más bonitas que he recibidos vino de una persona que estimo y aprecio mucho. Me dijo, refiriéndose a “El Aire” y al disco triple: “a mí estos discos no me dicen cópianos, sino más bien “somos tuyo, haz lo quieras con nosotros””. Ese comentario me quedó muy impreso en la mente.

El disco “El Aire” salió a mediados de los 90. ¿Qué escuchabas por entonces?

Por ahí Nirvana. Había cosas del grunge que me interesaban. Pero en esa época estaba centrado en reconstruir mi adolescencia musical. El CD como formato estaba en auge. De modo que intenté obtener en versión CD los álbumes a los que tenía tanta afición. Sin embargo, cuando salió el “The Downward Spiral” de Nine Inch Nail, me pareció que recién estaba ante una obra maestra después de mucho tiempo. Claro que a mí nunca me ha interesado copiar ese estilo. Pero ese fue el tipo de trabajo que sentí cercano.

¿Escuchaste algo de rock peruano?

Te confieso que, en aquel entonces, descubrí muchos grupos. Por ejemplo, la primera vez que vi tocar a Texturas, en el Árabe, con luces azules en su espalda, me produjo una sensación muy potente. Dentro de la misma vena ochentera, lo que hacía Azules Moro también me parecía interesante. Hay que recordar a la banda del chino Burga. Aunque no sé qué tan noventero sea, Sor Obscena me generó mucho interés. Porque su música me parecía que estaba mucho mejor hecha que el promedio. Tenía una factura muy elevada. Y eso obedece a quienes constituían el grupo: Nino Mele (que es un super productor), Ofelia Arellano (que no se cansa de hacer un buen trabajo), Lucho Sanguinetti (que, muy al margen de lo no musical, es un buen músico). Por otro lado, recuerdo a Los Malditos Poetas y Séptimo Cielo.

Los otros grupos está de más mencionarlos, porque son muy conocidos. Con ellos tenía un vínculo anterior, de cuando empecé a tocar guitarra en Humo Rojo. Te menciono, por ejemplo, que Carlos Gonzalez, de Radio Criminal, le puso mucha fuerza a la escena.

Y bueno, en esa década, como quien no quiere la cosa, caí en Leusemia, para grabar el Moxón.

Y recuerdas discos en especial…

Claro, “El Loco y la Sucia”, que es un trabajo muy paja de Rafo.

En esa década, la salida era hacer lo tuyo. Es por eso que nunca he creído en eso a lo que llaman industria. El gran problema en el Perú es que, cuando una persona empieza a tener éxito, se suele poner importancia en dicha persona, y no tanto en su obra. Así se pierde mucho profesionalismo. Y esto mismo sucede en la gestión estatal y privada. En esa falta de norte cualitativo (que lo vemos mucho en el fútbol), se desperdicia mucho. Lo repito: es el objeto lo principal, y no el sujeto. Y este fenómeno impide la realización de un proceso en grande.

La otra cuestión es algo más natural: la creación de círculos o grupos. Esto lo encuentro más válido. Pues de repente alguien ha estado en la música un tiempo, luego se esfuerza como productor, a su trabajo le va bien, se vincula con gente de afuera, y de pronto genera una comunicación que permite realizar circuitos foráneos. ¿Puedo decir algo en contra de eso? No. Ese logro lo aplaudo. Pues es el logro de un esfuerzo personal…

Que, por cierto, no tiene absolutamente nada de malo.

Por eso también se ven ofertas repetitivas de grupos de rock en ciertos festivales masivos, los que tratan de constituirse en tradicionales. Eso no está mal. Pues a dichas bandas les conviene económicamente.

Ahora, hay un problema allí. No se trabaja la cultura de la opinión crítica. Ser sectario es una opción. Pero lo mejor es cuando uno está expuesto a todo. Y se tiene la capacidad de apreciar todo. De esa manera, se puede llegar a mejores opiniones y juicios. Si tú eres un juez, y conoces un caso parcialmente, no vas a darle un buen proceso a dicho caso. Debes conocerlo de extremo a extremo. Y profundizar en él en detalle para comprenderlo, enfocarlo y solucionarlo dentro de la ley.

El trabajo triple (tres discos) de El Aire sale a inicios del 2000.

Pero lo gracioso es que he usado allí archivos electrónicos que datan de los 90.

¿Con qué disco abre?

Con “El Conflicto de las Emociones” y siguen “Un Día en la Radio” y “La Era de la Luz”. Es una secuencia constructiva.

¿Hay un concepto detrás de esa estructura?

Siempre hay un concepto en mí. Es algo que me fluye naturalmente. El triple disco va más o menos así: hay un caos, que luego deviene en una respuesta.

Es decir: tesis, antítesis, síntesis.

Algo así. Pero el origen está en el conflicto, en la crisis, en el ser o no ser, en el estar o no estar, en la vida o la muerte. El punto de partida es una crisis. La crisis motiva el cambio.

Ahora, la idea de navegar un poco entre los matices del pop es una burla al concepto del cabaret puto. Es decir, la sociedad compuesta por bandas de filibusteros, que vamos por el mar con banderas de pirata y hacemos lo que nos da la gana.

¿Cuál fue tu relación con la dictadura de los diez años y, sobre todo, con la música que era su comparsa: la tecnocumbia?

A la tecnocumbia siempre la vi de modo natural. Era una evolución que iba a darse tarde o temprano. Eso lo anticipé incluso en conversaciones que tuve con otros músicos. Porque, para mí, la forma musical peruana donde la tecnología se adaptaba mejor era la chicha (que es de donde proviene la tecnocumbia). Las guitarras ponían mano en efectos como el dileyer, el wa-wa o el corus. Los chicheros también cogieron los sintetizadores, que producían diferentes sonidos. Algunos abusaban del preset, pero había otros que hacían un trabajo de color. Además, su música tiene una base percusiva, que es muy fácil de reproducir en términos electrónicos y darles arreglos del mismo estilo.

Ahora, sobre que la tecnocumbia fue comparsa de la dictadura, no te puedo hablar de eso con precisión. Lo que sé es que “Los No Sé Quién y los No Sé Cuántos” se vendieron. Y algunos otros grupos.

Yo te puedo mencionar a tecnocumbieras que se vendieron…

Pero hay que separar el género musical de la conducta del artista.

Te menciono esto porque en tu canción “Sonriente Antihéroe”, del triple disco, eres bastante duro con los militares y los políticos que estuvieron implicados en el nefasto gobierno fujimorista.

Yo conocí a un ex coronel del ejército, una persona a la cual yo le tengo mucho cariño y aprecio. Dicho ex coronel tuvo a bien obsequiarme una carta, que creo que nunca envió, donde expresaba su frustración como militar de carrera y como un buen hombre y ciudadano. No era una persona interesada en patear puertas, violar mujeres o quemar con kerosene a sospechosos. Él, mediante el ejército, quiso construir caminos, hacer sistemas de regadíos o cosas semejantes. Él vio como los encargados de las intendencias robaban, es decir, estuvo ante lo que fue realmente el crimen de estado. Pues, además de los asesinatos, también hubo corrupción. Toda esa es la piedra angular de mi diatriba.

La información que te doy la he comprobado. Como he trabajado en proyectos de la costa y sierra del Perú, he podido hablar con los protagonistas de los conflictos, que han tenido diferentes roles, incluso dentro de los bandos terroristas. Y lo que me han contado no es muy distinto de la versión del mencionado ex coronel. Esa es la corrupción y el mal quehacer profesional que nos impide alcanzar una vida más lograda, tranquila, con un desarrollo social amplio. Y esto se da porque no hay un concepto detrás. Cuando no existe un concepto, no se sabe cómo llevar las cosas. Por ejemplo, si tú tienes que llevar un caso en la corte…

Creo que no te debí contar que he estudiado Derecho…

Si quieres cambiamos el ejemplo. Hablemos de Administración. Si no se tiene un concepto de cómo llevar un negocio administrativamente, es imposible que se haga bien. Tal vez se podrá llevar el negocio en el bolsillo, pero esto no es algo adecuado. La sociedad no se lo merece. Pues ella requiere otro tipo de profesionales y líderes. Cambiemos de ejemplo: el trabajo para el estado. Eso debe ser un pináculo en la realización de un individuo. Y detrás debe haber buenos procesos, excelentemente diseñados y con un distribución adecuada.

Te he mencionado también la tecnocumbia, porque en el disco triple hay momentos en que las guitarras son chicheras y tecnocumbieras. ¿Por qué usas ese sonido? ¿Te agrada estéticamente? ¿O es sólo parte del concepto?

Sucede que estos discos fueron perpetrados del siguiente modo. Decía: “Wicho, vamos a poner una percusión de este modo”. Y así se realizaba. De inmediato comenzaba a tirar las líneas. Era algo intuitivo. No estaba compuesto. Fue compuesto en tiempo real, frente al micrófono. No hubo ensayos ni esquemas. Sin embargo, existieron ideas generales previas, que al final se concretaron.

Ahora, la única canción que tenía una data era “Hola Capitán Bryce”, que debió haber estado en el Aire II.

A eso quería llegar. Dime, ¿quién es el capitán Bryce?

Fue el primer amigo entusiasta que tuvo el grupo. Fue el primo de Constantino.

¿Era en efecto un “capitán”?

No. Pero, dentro del mundo lúdico, se creó este personaje. Las personas dan. Y cuando creen en algo dan con una calidad de sentimientos y cariño que es especial. Cuando nosotros perpetrábamos nuestra música, el capitán Bryce estaba por allí, se emocionaba con lo que hacíamos y nos hizo pensar que lo que realizábamos valía la pena.

Al principio deslicé la idea de que El Aire es un grupo para críticos. Sin embargo, el año pasado (2008), en La Noche en Blanco, en Miraflores, realizó un concierto masivo. ¿Cómo fue la experiencia de tener usualmente un público pequeño pero pujante, y, de pronto, pasar a tocar frente a una muchedumbre?

Para nosotros fue sólo tocar. Claro que yo hubiese estado más contento si la persona a cargo del monitoreo hubiese hecho su trabajo. Hubo un detalle técnico que limitó mucho mi performance en el escenario y el del resto de la banda. Menos mal el sonido externo fue bueno, por lo menos aparentemente. Ahora, en principio nosotros no íbamos a tocar. Yo propuse otra banda: La Corporación. Pero los organizadores insistieron que fuera El Aire por un asunto de tradición y otros valores y considerandos. Por otra parte, el concierto era en un espacio abierto, en la calle. Y se tiene que entender que sí hay alguien a quien se le vincula con intervenciones sonoras es a mí, aunque haya personas a quienes esto les afecta en su ego. Además, a los organizadores no les apetecía que la música fuera lo que rota comúnmente.

Has mencionado una frase interesante: “instalaciones sonoras”. ¿Tú crees que tus discos son “instalaciones sonoras”?

Sí, pues son como música incidental para películas.

Dos preguntas más. Una menos jodida que la otra. La primera: ¿qué es para ti la música?

La música para mí es espacio y tiempo. Son imágenes. Un juego mental. Son estímulos. Son retratos. Son mensajes. Mi amigo Camilo dice: “el sonido no existe, es sólo aire en movimiento”. Él me lo explicó. Yo no sabía eso.

La música es una de las expresiones más honestas que tiene el ser humano. Y el negocio de la música es una de las expresiones más comerciales del ser humano.

Aquí viene la pregunta jodida. ¿Leusemia o Río? Ambos se iniciaron en los 80, tuvieron su auge en los 80, siguen sonando aún y desde siempre han conservado gente que los sigue. Te lo repito: ¿Leusemia o Río?

No son excluyentes. Pues tienen públicos muy distintos. Sus públicos optan por diferentes tipos de gratificación.

¿Tú por cual optas?

Por Leusemia, porque es más afín con lo que me gusta. Y bueno, ellos tienen definitivamente talento. Y es rock.

Ahora, el grupo Río no me parece rock. Es pop. Y como tal es minimalista, cosa que por lo general funciona entre cierto grupo de gente. Hay una canción de ellos que sí me gustó un poco más que las otras: Al Norte de América. Me pareció inverosímil ver a Río haciendo música contestataria. Pero me pareció simpática la opción. Además, la producción no era exagerada, sino muy básica. Eso le reconozco a Río. Siempre sus esquemas son básicos, muy básicos. Y han tenido la capacidad de conectarse con un público pop. Pues sus canciones tienen un método claro: el coro con gancho.

Si tú me pones uno o lo otro (Río o Leusemia), es algo que en realidad no puedo contestar. Porque no existe ese paradigma. Es un paradigma que tú quieres escuchar, que quieres inventar o solazarte en él.

Pero tú respuesta es más irónica que elegir uno u otro grupo. Pues estás tratando de decir que ambos no se comparan.

Son completamente diferentes.

Pero en realidad los dos hacen música. Tienen un vínculo. Pero tú dices que uno es A y el otro B. Y no se contrastan.

Pero es así.

Bueno, Río quiere creer que hace rock.

Eso tendría que conversar personalmente con ellos para enterarme que opinan de ellos mismos. Y no he tenido ese privilegio.

Te puedo decir que, a partir de mis lecturas de entrevistas a Río, ellos por lo menos alucinan que hacen rock.

Ahí, para poder cortar el keke de lo que es la verdad, tenemos que entrar a un terreno musicológico. La musicología podría decirnos si uno es rock o no. Pero, básicamente, todo grupo que subsiste es porque tiene algún tipo de público. De modo que, si descalificara al grupo, estaría también descalificando a la gente que consume dicho grupo. Ahora, ¿me interesa ponerme en un plan de juzgar a la gente por el tipo de música que escuchan? No. Me parece absurdo.

Déjame decirte que tu posición es muy tolerante y plural: es inteligente.

Gracias. En realidad, yo estoy dispuesto a escuchar Río en cualquier estación neo ochentera. Ahora, ¿por qué está en la radio? Pues huelgan razones. Claro que nada me obliga a escucharlos. Puedo cambiar el dial. Por otra parte, en el dial no vas a escuchar a Leusemia en igualdad de condiciones que Río. Y al aire, menos, aunque tenga material pop y aparentemente digestivo.

Ok. Esto sería todo. Gracias.

Luces apabullado.

Sí, más o menos.

Espero que, estimado lector / oyente, hayas disfrutado de esta entrevista y que, de ellas, recojas ideas que te ayuden a entender con mayor plenitud el trabajo del El Aire. ¡Hasta el siguiente post!

Julio Meza Díaz

Autor de la foto: Paco Sanseviero

Con el permiso de JJ Castro, estoy
colgando todos los discos que El Aire
ha publicado hasta este momento.

El Aire - El Aire

http://rapidshare.com/files/43408573/El_Aire.zip

El Aire - All Night Wrong! (2002) P1.rar

http://www.mediafire.com/?vmit0gwatuy

El Aire - All Night Wrong! (2002) P2.rar

http://www.mediafire.com/?wemfsq2ygyi

El Aire - El Aire II-Lorenzaccio (2002) P1.rar

http://www.mediafire.com/?fut32jxzym5

El Aire - El Aire II-Lorenzaccio (2002) P2.rar

http://www.mediafire.com/?nmja42ofbtu

El Aire - El Aire III-Como Un Día En la Radio (2002).rar

http://www.mediafire.com/?lmzgwagzmmo

El Aire - El Aire III-El Conflicto De Las Emociones..., (2002).rar

http://www.mediafire.com/?lkxzjoz0kzn

El Aire - El Aire III-En La Era De La Luz... (2002).rar

http://www.mediafire.com/?yvkmzkznkzn

domingo, 22 de noviembre de 2009

Nevada Rock

La escena characata en reivindicativa recopilación Rock en Arequipa 1969-1974
Publicado en la revista Somos de El Comercio
21 de noviembre de 2009



La proverbial desvinculación y fractura de la sociedad peruana es causa de que una vez llegados los ochentas, la mayoría de ejecutantes de lo que se ha tenido a bien llamar el “rock peruano” no tuviera mayor noticia de aquellos que los precedieron en el arte de encandilar a las masas aporreando cuerdas y tambores. Tara y falencia que tienen que ver con la estructura nacional y que es la misma que obliga a que cada cierta cantidad de años aparezcan políticos empecinados en refundar el país. Esa necedad caudillista e intermitente de querer imponer a cada rato un nuevo Perú ha sido causa del nativísimo desafecto por los procesos y las evoluciones.

De ahí que la tradición del rock peruano, como bien apuntan los trabajos de Daniel F o Pedro Cornejo, esté signada por la ruptura, la interrupción y la extinción de sus dilemas. Por eso resulta fundamental el trabajo arqueológico de disqueras como las de Repsychled, que se empecinan en escarbar en los cimientos de la sonoridad misma para de sus profundidades extraer los números que compusieron los colores de una época y las ambiciones de una generación. Esta vez ha sido la mirada descentralista que lleva a hurgar en lo que alguna vez fue la escena arequipeña con expresiones que conviene revisar. Finales de shalalerismos sesenteros e inquietudes psicodélicas a cargo de Los Incógnitos, Los Texao, Madera Fresca, Free Love System y Opus. Trabajos remasterizados y presentados con breves reseñas de aquellas bandas. Una tarea que devuelve a las marquesinas un sonido que debió mantenerse y que por fin hoy se transforma en un legado.(AVC)





martes, 17 de noviembre de 2009

Tarkus y el Rock Pesado en el Perú

Tarkus

Extraído del blog El Rock Suicidado

Cierto candente sábado a fines de abril de 1972 estalló el Rock Pesado
en el Perú. El estadio de Chiclayo estaba abarrotado con más de dos mil
personas que esperaban escuchar un concierto de Telegraph Avenue,
el grupo peruano que el año anterior había editado su primer vinilo, un
éxito de ventas que superó cualquier récord en el rock nacional hasta
ese entonces.

Al caer la noche, luego de que tocaran algunos artistas sin
mayor brillo, el presentador anunció al público la llegada de la banda
estelar. La entrada de los músicos desconcertó a los espectadores que
los conocían de anteriores recitales. Álex Nathanson continuaba en
la primera voz pero ya no se encargaba del bajo como solía hacer en
Telegraph. Incluso su atuendo era diferente: vestía un poncho rojo y
su pelo largo estaba peinado con raya al medio como el resto de sus
compañeros, hecho que no se veía ni siquiera en Lima, ya que todos
los hippies nacionales llevaban raya al costado. Y del resto de la banda
ni hablar.

El más fanático podía reconocer a Walo Carrillo, también
de Telegraph, sentado tras la batería aporreando los tambores, pero
ahí acababan los parecidos. Los otros músicos eran unos completos
desconocidos. Se trataba de los argentinos Guillermo Van Lacke en el
bajo y Darío Gianella en la guitarra. Cuando empezaron a tocar, Chiclayo
dejó la tierra y viajó a Marte. La música era un hardrock oscuro y
raro; la expresividad del vocalista y lo poético de las letras eran casi
operísticos. Aunque su propuesta era una mezcla de Black Sabbath con
Led Zeppelin y toques de Almendra, su sonido incluso prefiguraba el
de la British new wave of heavy metal de fines de los setenta. Además,
había bastante teatro: el público se quedaba con la boca abierta cuando
Nathanson caminando como un jorobado y con un lamparín de kerosene
en la mano entonaba con su falsete de hembrita ese cuento digno de
Salgari llamado El Pirata; porque los temas eran propios y en castellano,
y las letras tan metafóricas y alucinantes que muchos lamentaban no
tener un ácido bajo la lengua en aquellos momentos. Y Darío Gianella,
con apenas diecisiete años recién cumplidos, se revolcaba en el piso como
Angus Young de AC/DC pero sin uniforme; ese fanático de Jimmy Page
no lo necesitaba porque ya vivía en su propia alucinada y ésta era visible
para el que escuchaba su música venida de otra dimensión. Obviamente
no eran Telegraph Avenue, pero usurpaban su nombre.

La verdadera historia de Tarkus tiene su origen en sucesos acaecidos
pocos meses atrás. En el verano de 1972 Telegraph Avenue vivía su
mayor momento de esplendor. Su primer LP había logrado una difusión
inusitada hasta ese entonces. Tenían programados conciertos todas
las semanas en el Galaxy y Walo, cumpliendo su función de manager,
contestaba llamadas de todo el país. Pero como dice la canción: todo
tiene su final, nada dura para siempre.

Cierta mañana estival Walo se dirigió en su Volkswagen al bowling
de Miraflores, donde unos patas apodados Los Franceses vendían
tronchos armados a diez soles cada uno. Los encontró, pero un minuto
después la policía los ampayó a todos negociando una colombiana con
una mayor concentración de THC que la piurana común y silvestre.
Los transeúntes lo vieron junto a los pushers mientras la tombería los
empujaba violentamente al patrullero.

Apenas pudo, Walo llamó por teléfono a Chachi Luján: Telegraph iba a tener
ensayo esa misma tarde y los muchachos tenían que buscar la manera de sacarlo del calabozo.
Apenas Chachi llegó al cuartel general de la banda —ubicado en jirón
Paruro—, en lugar de abogar por su amigo, declaró que con Walo iba a
suceder lo mismo que con Jerry Lam Cam —su antiguo bajista—, quien
se había ausentado repentinamente causando mucho daño al grupo, que
debió cancelar todas sus presentaciones pactadas. Si Walo estaba en
cana era porque lo habían agarrado con las manos en la masa, por lo
que entonces nada se podría hacer para ayudarlo, lo único que quedaba
era buscar a otro baterista.

Con la desaprobación de Álex Nathanson,
llamaron al Osito Barreda. Sin embargo a Walo no le sucedió lo que a
Jerry Lam, ya que salió de la cárcel a los cuatro días gracias a una vara
que se consiguió oportunamente. Cuando Walo llegó a la sala de ensayos
lo vieron como un fantasma. Su situación en la banda había quedado en
un estado completamente incierto. No sé si llegaron a realizar algún
concierto de despedida en esta primera etapa. Ya estaban heridos de
muerte y el desbande de Telegraph Avenue fue instantáneo.

Woody Allen dice que la vida no imita al arte, sino a la mala televisión,
y en este caso es cierto. Solo a un pésimo guionista se le ocurriría un
lío tan inverosímil como éste, pero el hecho es que en la realidad se dio,
y gracias a una sucesión de felices coincidencias nació Tarkus y pudo
plasmarse un instante de toda esta locura. Meses atrás Walo había visto
en la Plaza San Martín a un desubicado hippie que parecía extranjero.
Se le acercó y descubrió que era argentino, que se llamaba Guillermo
Van Lacke, y que en su país había tocado en un grupo de rock llamado La
banda del Oeste.

Van Lacke lo acompañó a los conciertos de Telegraph e
incluso entró con ellos a los estudios de MAG. Al conocer desde dentro
la movida peruana, Guillermo se entusiasmó y propuso hacer juntos un
proyecto. Como tenía que regresar en pocos días a su patria, prometió
buscar un guitarrista y regresar inmediatamente. En Buenos Aires Van
Lacke frecuentaba un sótano ubicado en la avenida Hipólito Yrigoyen.
Era un recinto insonorizado que los músicos utilizaban como sala de
ensayo, bulín y nave para viajes al espacio interior. Había conocido ahí
a un chiquillo llamado Darío Gianella. Darío era hijo de un alto mando
de la Marina de Guerra argentina, pero su personalidad era la de un
místico que expresaba sus iluminaciones por medio de la guitarra. Poco
antes se había separado de Final, su grupo de quinceañero, y estaba
buscando un nuevo colectivo de músicos con el que plasmar sus ideas.


Con su labia arrolladora Van Lacke convenció al joven prodigio para
escaparse de casa e ir a Perú, tierra que describió como de groupies
bellas y de oportunidades en la aventura rocanrolera. Empacaron
algunas mudas de ropa, un poncho rojo que luego le prestarían a Alex
Nathanson para los conciertos y varios discos de Black Sabbath, Deep
Purple, Led Zeppelin, Pappo’s Blues y Almendra. Justo antes de salir
le enviaron una carta a Walo diciéndole que arribarían pronto al Perú.
Se demoraron diez días —haciendo un viaje en tren y luego tirando
dedo durante distintos tramos— hasta llegar a Lima. En ese lapso
compusieron la mayoría de canciones del disco y escribieron abundantes
poesías surrealistas.


             (Parte de la letra del tema "Tempestad"escrita en el viaje por Guillermo)

Luego de ser expulsado de Telegraph Avenue Walo regresó a casa. Su
madre le entregó una carta que acababa de llegar ese mismo día. Era
de Guillermo Van Lacke, quien le avisaba que estaba a punto de partir a
Lima y que lo acompañaba Darío Gianella, un chiquillo de dieciséis años
a quien describía, con esa innata capacidad para la hipérbole que poseen
los argentinos, como un genio de la guitarra. Llegaron tres días después.
Vestían sandalias de cuero, jeans importados y polos psicodélicos pegados
al cuerpo. Se peinaban con raya al medio y llevaban chaquiras colgadas
al cuello. Estos tipos realmente tienen imagen, pensó Walo. Tuvo que
hacer un acuerdo con su padre. Gracias a la apertura mental que le
daba su vocación de psiquiatra, don Abel Carrillo permitió la estancia de
Van Lacke y Gianella en su departamento ubicado en la avenida Sucre
1125, en el distrito de Pueblo Libre. Es más, les consiguió una cama
camarote y una litera. Con el paso del tiempo y con la amistad creciente
decorarían el cuarto con cortinas árabes, colchones y velas de colores.

Cuando abrieron sus vetustas maletas, los argentinos sacaron los dos
primeros discos de Black Sabbath y de Led Zeppelin. ¿Tenés tocadiscos?
–le preguntaron a Walo, que se quedó alucinado al escuchar el material,
convencido de que ésa era la música del futuro. Hicieron un primer jam
session esa misma noche con guitarras acústicas y un cajón. Tarkus
había nacido de la manera más espontánea posible. Pese a la posterior
adición de un vocalista, siempre manejaron la parte instrumental
como un trío, a la manera de The Who, Cream, Cactus, Led Zeppelin
o Black Sabbath.

Desde aquel primer ensayo, Carrillo, Van Lacke y
Gianella supieron que tenían química. Las letras eran de Gianella, pero
éste no se divertía cantando y tocando al mismo tiempo. Poco a poco
comenzaron a colarse en sus ensayos antiguos músicos de Telegraph
Avenue como Álex Nathanson y Chachi Luján. Darío Gianella llamó a
Alex Nathanson y le pidió que cantara operísticamente, algo que Álex
no había hecho nunca, pero funcionó. Su incorporación fue inmediata.

Siguiendo las recomendaciones de Gianella, Álex asumió un estilo
vocal más exagerado y teatral que el que había usado anteriormente.
El grupo estaba completo. El golpe de suerte definitivo se dio cuando
el ingeniero Carlos Manuel Guerrero se enteró de la separación de
Telegraph y llamó por teléfono a Walo. El baterista le anunció que tenía
un proyecto bastante avanzado con Álex y dos argentinos, y que no era
algo puramente musical, sino que incluían una puesta en escena. El
empresario se ilusionó con un grupo sudamericano internacional y le
dijo a Walo que él era el que más le había hecho ganar plata gracias al
primer disco de Telegraph y que los apoyaría en cualquier proyecto que
hiciera. Le dio un contrato de palabra, un lugar para ensayar y horas en
el estudio sin jamás haber escuchado a la banda. Poco después Guerrero
viajó a Estados Unidos. Regresaría sólo un par de meses después,
cuando la suerte ya estaba echada.

Durante ese breve periodo los Tarkus vivieron la mágica y arriesgada
rutina de la creación artística. Como tenían que componer y grabar casi
al mismo tiempo se compraron un inmenso paco de marihuana para
tener inspiración de reserva. Guillermo Van Lacke se levantaba de la
cama camarote a las seis de la mañana e inmediatamente comenzaba
con los ejercicios de digitación, memorizaba las canciones, les hacía
arreglos, con las ganas superaba rápidamente sus limitaciones.

A las ocho de la mañana Guillermo, Darío y Walo bajaban a tomar desayuno.
Luego descendían al garaje del edificio, montaban en el Volkswagen y se
dirigían a la Avenida 2 de Mayo, donde MAG tenía su fábrica de discos
y su estudio. Entraban por un corredor lleno de cajas y plásticos. Los
obreros se los quedaban mirando y ellos no se detenían hasta llegar
al depósito del fondo. Ahí enchufaban sus instrumentos y se ponían a
componer y ensayar hasta las dos o tres de la tarde. Si tenían suerte, les
cedían el estudio, y acompañados por Carlos Guerrero Bueno —de We
All Together— en los controles de la cabina, grababan las canciones que
habían ensayado en la mañana. Algunas tardes no tenían tanta suerte.
El encargado les decía: disculpen, hoy tienen hora Los Morochucos. O:
mala suerte, muchachos, le toca a Lucho Macedo.


(Dario Gianella y Walo Carrillo ensayando en la fabrica de discos MAG)

Entonces se separaban y cada uno se iba por su lado a la deriva, en largos paseos
 por una ciudad que cambiaba cada vez más rápido. Walo y Van Lacke empezaron
 a pararjuntos, salían en parejas con sus respectivas enamoradas. Nathanson se
iba por su lado con la collera del barrio de Mariátegui, legendario grupo
de patas en el que por su natural espíritu y espontaneidad sobresalían
locos egregios como el Oso Torres, el esquinero Valladares, los hermanos
Allison, la mancha de El Álamo, Pacho Mejía (poco antes de salir de
Black Sugar) y otros profesionales del ritmo. Darío era muy callado y
normalmente se encerraba en la habitación comunal, ponía sus discos,
fumaba marihuana, o a veces tomaba ácidos y escribía algunas nuevas
letras para canciones. Fue Walo quien le puso el nombre al grupo.

Tarkus es un espíritu que se encuentra en lo más profundo de nuestra
alma y que nos protege cuando nos hallamos perdidos en algún viaje.
Pese al encierro de Darío, que prácticamente solo salía a comprar pan,
la relación entre los cuatro iba cada vez mejor.

Casi inmediatamente se presentó la oportunidad de debutar. La
comisión de la promoción 1972 del colegio Roosevelt organizó una fiesta
en el colegio para recaudar fondos. Ignorando la pelea de los Telegraph,
llamaron al mánager, es decir a Carrillo, para pactar una presentación.
Sin titubear, éste dijo que ahí estarían. Llevó a Tarkus sin decir nada,
y frente a un público compuesto en un 80% por gringos, los dejaron
con la boca abierta. ¡En el Perú un grupo a lo Black Sabbath que toca
temas propios y en castellano! Entonces llegó el concierto en Chiclayo, y
luego fueron a Chimbote y a Trujillo, donde se presentaron nuevamente
bajo nombre falso, y también dejaron huella. Tuvieron que regresar al
instante al estudio. Acabaron los ocho temas que conforman su primer
LP y empezaron de frente con más canciones, de las cuales grabaron
dos; tenían ensayadas unas cuantas más, pero ese par de registros se
perdió para siempre cuando en la disquera optaron por grabar encima
de esas cintas.

Las sesiones se realizaron entre el 3 de abril y el 16 de mayo de 1972.
Los músicos tuvieron total libertad. Tanto así que el dueño de MAG solo
escuchó su trabajo cuando regresó de viaje y ya se estaban prensando
las primeras copias. Ocurrió una tarde, mientras Tarkus se encontraba
en el estudio grabando las sesiones para el segundo álbum. A la mitad
de una canción sintieron cierto desorden en la cabina de sonido. Dejaron
de tocar y subieron a ver qué pasaba. Escucharon la voz estruendosa
del ingeniero Carlos Manuel Guerrero: ¡qué mierda es esta bulla!
El director de MAG tenía el rostro completamente rojo, presa de un
colerón apocalíptico. Y cuando entró Walo llegaron los insultos: Oye tú,
Carrillo, esto no suena como Telegraph Avenue, ¿no iban a ser un grupo
latino?, esto no lo va a escuchar ni san puta. Yo no invierto en ustedes si
hacen este tipo de música.

Sin embargo, estaban atados por un contrato, por lo que el disco pudo
salir a la venta. La portada era completamente negra, como años
después lo fueron el Back in Black de AC/DC o el disco homónimo
de Metallica. Pese a las contrariedades con el ingeniero Guerrero,
los muchachos siguieron en la brega. Podían hacer circular su disco
de manera independiente, todo dependía de los conciertos. El boca a
boca ya había creado cierta expectativa en la movida rockera limeña,
aunque casi nadie los había escuchado. El debut oficial estuvo por eso
organizado al milímetro. Sería en el cine El Pacífico, que era la sala más
importante de la época.

Un día Walo recogió en la Vía Expresa a un hippie que tiraba dedo. Se
pusieron a conversar mientras ponía un cartucho en el equipo de su auto.
El desconocido respiraba paz por todos los poros de su cuerpo. Lo invitó a
un departamento de San Isidro, donde estaba hospedado con sus amigos.
Todos eran norteamericanos y tenían el refrigerador lleno de provisiones.
Eran acólitos de la secta conocida como los Niños de Dios, que años
después se haría célebre en las paginas policiales por acusaciones de
presunta pedofilia. Al día siguiente el baterista les presentó a los demás
miembros de Tarkus. Darío empezó a frecuentarlos pero persistió con su
natural timidez frente a los demás músicos de la banda.



En setiembre, poco antes de la primera presentación oficial del grupo en
el cine El Pacífico, los Tarkus fueron invitados al famoso festival rockero
que se celebró en la Plaza de Acho. Antes de que los grupos comenzaran
a tocar, Darío se acercó y anunció a los tres músicos que tenía algo muy
serio que decirles. Había encontrado a Jesucristo y debía retirarse de la
banda y de ese estilo de vida. Se iba con los Niños de Dios. No tocaría en
el debut porque iba contra el camino que había elegido en la vida, que
era el camino de Nuestro Señor. Ya no creía en esa música inspirada por
la droga y no podía ir contra sus principios. La noticia les cayó a todos
como un balde de agua fría, pero Darío permaneció inflexible. No había
nada qué hacer. Estaban en un callejón sin salida.

Tarkus nunca debutó oficialmente. El LP fue un fracaso de ventas; en
realidad comercialmente jamás existió. Y ese disco es quizás uno de los
más valiosos testimonios que quedaron de aquel tiempo en los sesenta
y setenta cuando la música incendió los barrios de Jesús María, Lince,
Pueblo Libre y Magdalena y luego desapareció sin dejar memoria,
como sucedió con el único disco de Tarkus, esa anómala opus magna
que, como ha mostrado esta historia, es mucho más que un brillante
intermedio entre los dos LPs de Telegraph Avenue.

Tarkus dejó de existir pero la vida continuó su curso. Bastante asustado
por la desaparición de Darío, su padre viajó a Perú a buscarlo. Se
encontró con Guillermo Van Lacke, que lo guió hasta el departamento
de San Isidro donde vivía el guitarrista en la comunidad de Los Niños
de Dios. Como buen milico, lo sacó violentamente, argumentó ante
las autoridades de migraciones que su hijo aún era menor de edad
(acababa de cumplir diecisiete años), le puso una camisa de fuerza y lo
embarcó en un avión de las fuerzas armadas.

Al llegar a Buenos Aires el psiquiatra diagnosticó su caso como un delirio místico.
Cuando cumplió dieciocho y pudo salir de la clínica, Darío regresó con los Niños de Dios.
Se convirtió en uno de sus principales activistas y durante un ritual de la
secta fue rebautizado con el nombre de Manases. Se volvió a encontrar
con Álex Nathanson en 1975. Juntos realizaron algunas grabaciones con
los Niños de Dios, entre ellas un LP. Se sabe que vivió durante años en
Seattle y que actualmente se encuentra dedicado a la vida espiritual en
Madrid. Su historia lleva inmediatamente a conjurar el espíritu de Syd
Barrett o Roky Erickson.

En el 2007 Tarkus se volvió a reunir. Ante la desaparición de Darío
Gianella, el puesto de guitarrista fue ocupado por Christian Van Lacke,
hijo de Guillermo y guardián del espíritu original de la banda. Aparte
de cantar, Alex Nathanson ocupó esta vez el puesto de bajista. En los
ensayos para el regreso de Tarkus y con la exhumación de los baúles de
los recuerdos salieron a la luz los temas que iban a ser parte del segundo
disco, aquel que nunca se terminó por el colerón del ingeniero Guerrero.

No tenían las grabaciones de la época, pero sí las canciones, y se pusieron
a ensayar. Era una empresa extraña, comparable en el mundo del rock al
proceso que sacó a la luz álbumes como A Saucerful of Secrets —donde
Pink Floyd continuó sin Syd Barrett pero prolongando su sonido— o
el Smile —trabajo con el que décadas después Brian Wilson terminó
el LP perdido de los Beach Boys—. Álex retornó a California para
seguir haciendo música, pero Walo y Christian decidieron seguir con
la empresa hasta hacerla tangible y sonora. Todo este material ha sido
incluido en el disco debut de Tlön, grupo que continúa la línea de Tarkus
y que actualmente está conformado por Walo Carrillo, Christian Van
Lacke y Marcos Coifman.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Te amé a primera vista - Los Incógnitos

Recordando a esta banda arequipeña de fines de los 60’s, con uds: Los Incógnitos.

En un inicio se hacían llamar Los Gatos Corbatas a mediados de 1968. Sin embargo, en el año 1969 vinieron a la capital a grabar bajo ya el nombre de Los Incógnitos.
Disfruten de este beat desde La Ciudad Blanca: AREQUIPA

lunes, 2 de noviembre de 2009

Locutores del Pop & Rock Inolvidables

¿Dónde estarán nuestros héroes?


Extraido del nlog de Gerardo Manuel Disco Club

13 de junio de 2007



Toda generación tiene sus iconos e incluso algunas aún comparten los de anteriores generaciones. Estos gustos transgeneracionales se deben sobre todo a la trascendencia de esos acontecimientos. Dos o tres generaciones después de su comienzo, hemos recordado a la gente que hizo radio desde finales de los años 50’s y nos permitieron conocer la música que aún hoy permanece en la memoria.

A finales de los 50’s mis vacaciones de verano las compartía con mi familia en el hermoso balneario de La Punta, y uno de esos veranos descubrí a uno de los discjockeys pioneros en programas radiales de rock: el señor Sergio Vergara, quien en su programa difundía los más recientes éxitos de la discografía internacional. Recuerdo escuchar los éxitos de Paul Anka, Neil Sedaka, The Ventures, (a quienes él llamaba “Los Ventura").

Sergio fue también uno de los primeros en hacer un programa de rock en la televisión. Lo hizo en Canal 2 Victoria Televisión que quedaba en la avenida Tacna, donde luego fue el cine Imperio, que en realidad no era otra cosa que el auditorio principal del canal. El programa se llamaba “El show de Sergio" e iba en vivo los domingos por la tarde. El espacio era muy variado y aparte de los consagrados, tenia una sección para aficionados con el acompañamiento de dos extraordinarios músicos peruanos que luego hicieron una brillante carrera en los Estados Unidos: Miguel Reyna Farje en los teclados y Eduardo “Cocho" Arbe en la batería.

Miguel Reyna se asentó en la zona de Fort Lauderdale e incluso tuvo un local propio, mientras que “Cocho" Arbe es materia de una historia que parece de ciencia ficción por lo desconocida y grandiosa para un músico peruano. “Cocho" se fue becado a la prestigiosa Escuela de Música de Berklee en Boston (Estados Unidos), donde tuvo como profesor nada menos que al maestro Quincy Jones, que lo consideró uno de los músicos más brillantes de su generación.

Eduardo tocaba batería como nadie y en una visita a Lima tocó en la Embajada de Estados Unidos acompañando al gran Duke Ellington, quien dijo que si él (“Cocho") no era el mejor baterista de los dos mil que habían tocado con él, sí era el más talentoso de todos. Lo curioso es que “Cocho" tocaba la batería solo eventualmente ya que su instrumento principal era el violín. Recuerdo que un día llegó al canal con un bajo eléctrico fabricado por él, y sonaba mejor que los que vendían las marcas conocidas.

Entre sus logros más recientes están el haber llegado a dirigir por breve tiempo la filarmónica de New York. Volviendo al pasado, tuve el privilegio de hacer mi primera presentación en televisión acompañado por estos dos extraordinarios músicos y amigos y haber recibido de ellos los primeros consejos para un mejor desempeño. También esta es una forma de reconocer a la persona que me dio la primera oportunidad, el señor Sergio Vergara.

Otros iconos de la radio fueron el señor Enrique Llamosas con su programa “Música para la juventud" en Radio 1160, el señor Dante Capella, un caballero del micrófono en Radio Miraflores, Bartón Wilson, maestro de maestros. A comienzo de los 60’s ubicamos a la señora Diana García, la voz que conquistó la radio y también la televisión entre el público juvenil; Perico Durand en Radio Miraflores, la señora Nelly Mendivil Castro, pionera de los programas exclusivamente de rock nacional, la generación de radio El Sol donde destacaba Vlady Artieda, la misma Diana García, el señor Emilio García Lara con “La canción del mediodía"; Radio América tenía su estrella en don Jorge Peláez Rioja con su “Cajita de Música".

Vayan estas líneas de reconocimiento para todos ellos, incluyendo por supuesto a don Iván Márquez, quien desde su natal Arequipa, transmitía un programa sensacional llamado “El Tornamesas", a Liliana Sugobono jefa de programación de varias radios importantes y a toda las generaciones posteriores que nos permitieron y permiten aún (en raros casos) seguir escuchando lo mejor de la música.


Los Yorks

Por Carlos Torres Rotondo

Extraído del blog de Heduardo



Entre 1966 y 1968 se reunían casi todos los domingos a las 8:00 de la mañana en la casa de su primera guitarra Walter Paz, ubicada en La Florida, una urbanización del antiguo distrito del Rímac... El Loco Alex y otros patas que los ayudaban como plomos cargaban sus instrumentos en la cúster para dirigirse a muchas de las 20 matinales que ese día se celebraban en los cines de Lima: las programaban a las 9 de la mañana para que, siendo consecuentes con la hora peruana, empezaran a las 10: 30; tenían como auspiciador más importante a la bebida gaseosa Kola Inglesa, que ponía cerca de 30 cajas en el puesto donde las madres del colegio organizador también vendían papa rellena, butifarras y sánguches mixtos; mientras tanto, los chicos repartían tarjetas de invitación para recaudar fondos para sus fiestas de promoción...

A veces ya habían puesto la película con Frankie Avalon o con Elvis pero ellos llegaban en la oscuridad e iban colocando sus instrumentos: el público los reconocía y gritaba su nombre, los organizadores ya no podían retroceder y ellos les decían que no podían detenerse, que tenían otros contratos que cumplir, que cobraban 1200 soles por matinal y que no había matinal sin ellos y entonces paraban la película y ellos empezaban a tocar: y así, normal, bien tizas, uniformados con sus ternos escoceses a cuadraditos y pantalones campana empezaban a arremeter con una furia que impresionaba a la audiencia, que sabía que tocarían sólo tres temas y uno de regalo, normalmente de los últimos singles que MAG, su casa discográfica, había sacado a la venta días atrás...

Pablo Luna, el vocalista, era un zambo pelirrojo de Ancón con apariencia mod: su performance era la convulsión y la pasión retorciéndose que sólo alcanzan los cantantes de soul, pero en versión peruana y destroyer: siempre rompía bombas de neón, fluorescentes, tachos de luz y micrófonos: chancaba todo lo que se encontrara en su camino y los pisaba por pura rabia: el ritmo lo conectaba epilépticamente con el recinto, con el cosmos... Walter Paz sólo tenía un fuzztone marca Shaller pero distorsionaba aún más agarrando su guitarra contra el amplificador, creando feedback por instinto... Su público más entregado estaba conformado por clanes de hippies criollos que se reunían a través de programas de radio: los York's tenían cinco shows en varias emisoras, y los fans mandaban cartas y ellos iban al estudio y luego se reconocían cuando se encontraban entre concierto y concierto en esta ciudad pequeña que era su Lima particular...

Y la relación con el público era siempre efervescente, como si las ondas de la revolución ácida de Ken Kesey y Timothy Leary hubieran llegado a sus botellas de Kola Inglesa, ya que en ese entonces todavía no tomaban drogas: eran frenéticos relativamente sanos... Apenas acababan de tocar, la audiencia se subía al escenario; cierta vez en el cine Excelsior, al final del set, un chico se cortó la las venas de casualidad, y la nota de esta gente empezó a ser sacarse sangre y empezar a mancharse todos de rojo eufórico atacados por el ritmo enfermedad... Y luego del caos, el silencio, y ellos desenchufaban sus guitarras rápidamente mientras ponían de nuevo la película, y los organizadores que habían estado rezando entre bambalinas para que no rompieran nada se les acercaban y les preguntaban ¿cómo es?, ¿qué hacemos con sus destrozos? Y ellos decían que no iban a pagar nada, que para qué los contrataban si ya sabían lo que iba a pasar, que mejor no los contrataran para la próxima, que no iban a pagar nada, que les pagaran a ellos por su espectáculo... Y luego se dirigían a otro cine a hacer de nuevo su show, siempre con pequeñas variaciones, porque nunca tocaban una canción de la misma manera y lo natural era que se perdieran en las ondas de rebelión que el planeta tierra generaba aquellos años...

Las matinales acababan a las 2:30 de la tarde, cuando se desalojaba el local y se lo limpiaba para la función de matiné... Entonces, en la tarde, cada uno se iba por su lado a chupar o a descansar, pero volvían a reunirse en la noche en la esquina del teatro Marsano en Miraflores, ya que ahí había una pollería que también era un bar, y llegaban periodistas, como la gente que mandaba Guido Monteverde y todos le decían a Pablo Luna: negro, has cantado bestial... Pero luego de los halagos y las entrevistas de rigor todos se iban a dormir, porque los ensayos eran de lunes a viernes de nueve de la mañana a una de la tarde en casa de Walter, y los sábados se presentaban al mediodía en Canal 4 para participar en el show de Elena Cortez y luego, otra vez, a reunirse los domingos a las 8 para empezar de nuevo el circuito de matinales...

Los primeros York's fueron el segunda guitarra Román Palacios y el baterista Pacho Aguilar, que en 1965 se pusieron a practicar juntos algunas canciones en ritmo de rock. En aquel entonces Román, oriundo de San Juan de Miraflores, también tocaba música criolla; por su parte, Pacho era del distrito La Victoria y recién se iniciaba en la batería; ambos pusieron el nombre a la banda por la ciudad de New York, ya que les estaba empezando a gustar cada vez más la música norteamericana. Walter, que todavía era escolar, se contactó con ellos porque su hermana estudiaba en el Notredame con la hermana de Pacho y pronto se unió a los ensayos.

Fueron probando diversos vocalistas, que cantaban inevitablemente en inglés, ya que ellos eran rockeros, y debían demostrarlo, así fueran de barrio popular. También hacían versiones de Los Saicos, banda de la que eran admiradores. Seguían buscando cantante cuando conocieron a Pablo Luna, que en aquel tiempo vivía en Ancón dedicándose a la pesca artesanal pero con mucho contacto con la Lima de entonces: tomaba su colectivo y se iba a pasear al Parque Universitario y a dar vueltas por el mercado mayorista de La Parada. En aquellos días el zambo cantaba con los Press, una banda de avioneros de la FAP que tocaban con su uniforme, pero sin el cuello y las polacas, lo que les daba una cierta apariencia mod. Se conocieron en una matinal en el cine Tauro: al ver los muchachos la electrizante actuación de Pablo y ya recuperados del susto, intentaron ubicarlo para pedirle que ensayara con ellos.



Con la incorporación de Pablo Luna el cambio fue radical: empezaron a cantar sólo en castellano y poco a poco se fueron abriendo camino... Dieron sus primeros recitales en un local llamado Hallabalou, ubicado en la playa La Herradura, donde hicieron una temporada de tres meses. Su repertorio no sólo estaba basado en canciones de rock, sino también en música criolla, tango y boleros, lo que contribuyó bastante a su aprendizaje musical y a su concepto melodramático. A todos les pagaban un sencillo por bolo y les daban opción a dos tragos...

Durante esos días paraban en Lince, más precisamente en la cuadra 3 de José Leal, porque ahí vivía su primer bajista. En el barrio tenía su peluquería un peinador llamado Gianino, que además era brujo y había sido denunciado por algunas familias debido a su actitud escandalosa. El negro Luna empezó a plancharse el pelo con Gianino, ante la actitud cachosa de la banda, que lo acompañaba a la peluquería para joderlo y matarse de risa: zambo, ¿qué pasa?, ¿te ha lamido una vaca?... Tuvieron que callarse cuando les cayó la policía debido a la mala fama que tenía el local. Se produjo entonces un enorme malentendido, una peruanísima versión costumbrista de El Proceso, de Kafka, pero en versión de prensa rosa amarilla, es decir, naranja: los llevaron a la comisaría de Lince y esa misma noche salieron en el noticiero El Panamericano, de Canal 5; la nota tenía como titular: "Grupo roquero los York's, homosexuales". Las señoras que cayeron en la batida fueron acusadas de prostitutas y sus maridos de proxenetas. Sus familiares los sacaron al día siguiente de la celda, pero apenas llegaron al barrio toda la gente los empezó a joder: o sea, cholos, pero para colmo, cabros. Y ellos se reían y vivían su película personal, es decir, su vida, con una desfachatez tan exagerada que acabó por imponerles una identidad natural frente a su público creciente.

En tiempos en los que no se buscaba el escándalo premeditado tuvieron una actitud irrefrenable y verdadera. Tenían de qué sobrarse: en sus ensayos empezaban a salir canciones con un sonido propio: aunque Los York's eran una banda de garage-psicodelia que tocaba con desparpajo, tenían atisbos melancólicos, guitarras punzantes y ritmo furioso y desesperado. Esa rudeza musical con la que se expresaba su actitud estaba impregnada de una belleza y sonido singular. El sonido de la banda tenía claras influencias: The Kinks, The Yardbirds, The Troggs y toda la música americana que llegaba a sus oídos, pero la voz de Pablo, que emergía con incandescente sensualidad, los acercaba al rhythm & blues y al soul: cantaba con voz dulce, cálida y acompasada, pero abruptamente podía pasar a un catártico y furibundo paroxismo, con dosis de verdadera rabia y violencia.

El encargado de la primera guitarra y segunda voz, Walter Paz, por su parte, aportó con su ejecución un color y un sonido particular: su técnica en la guitarra, involuntariamente, lo llevó a espacios sonoros similares a los de un Lou Reed en la época de la Velvet Underground. Hacía la mayoría de textos, arreglos y transcripciones musicales. Como no querían que los lornearan, dejaron de ir a Lince y encontraron a su bajista definitivo: Jesús Vílchez, "el Flaco", que le dio al grupo una profundidad rítmica especial. Sus movimientos andróginos y provocadores, su cuello delicado y su flequillo alocaban y hacían proferir irremediables gritos en tiernas teens de barrio popular.



El éxito de sus presentaciones con Pablo se vio recompensado en 1966 cuando firmaron un contracto con MAG, la casa discográfica propiedad del ingeniero Carlos Manuel Guerrero. Sacaron a la venta un puñado de 45s, el primero en las postrimerías del verano de 1967. Su primera reacción ante su inminente profesionalización y popularidad fue ponerse nerviosos y desconcertarse. Desde el comienzo, en la grabación del primer LP, la tensión era tan palpable que podía cortarse como mantequilla. Walter Paz salió durante una temporada y fue reemplazado por Fernando Quiroz, que tocaba en Los Zany's y que el año siguiente estaría en Los Destellos, el seminal grupo chichero dirigido por el maestro Enrique Delgado. Quiroz fue un York efímero, aunque salió en la carátula del primer disco y grabó en la mayoría de las canciones del LP –hizo la segunda guitarra en la primera versión de Abrázame-, ya que pronto regresó Walter Paz...

Les dieron una semana en la sala de grabación, para usarla durante las mañanas y las tardes. En los controles técnicos estaban Carlos Manuel Guerrero y el ingeniero Cruz, pero pese a tener una consola de 8 canales, grabaron de un tirón el playback con 4 ó 5 instrumentos y luego un segundo montaje con las voces y los coros, desperdiciando por completo las posibilidades que les daba el estudio... Intentaban concentrarse, ensayaban todo cuadrado y exacto y se dormían temprano para que la grabación saliera bien... Como habían empezado a ir al estudio todos los días, se hicieron amigos de Pablo Villanueva, "Melcochita", zambo cholo chino extraterrestre, verdadero hombre del espectáculo, conocido principalmente en Lima por su faceta de artista cómico -con la que patentó su frase de batalla: ayayay, convenientemente pronunciada- y que a la vez era un potente y sabroso sonero latino, tal como demostraría posteriormente en varias performances geniales.

Melcochita fue un estupendo músico de apoyo en el estudio: hizo coros y tocó instrumentos de percusión como vibráfono, pandereta, tumba y bongoes... En el órgano Farfisa los apoyó Otto de Rojas, que durante un tiempo fue tecladista del programa de concursos "Trampolín a la Fama", con Augusto Ferrando y que además participó en varias importantes grabaciones de música latina peruana durante los 60 y 70 como las de Nilo Espinoza... Durante las sesiones incluso se muñequeó el zambo Pablo Luna, que empezó a adquirir ciertas actitudes erráticas que provocaron un efímero alejamiento. Fue reemplazado por Enrique Palacios, con quien grabaron "Vete al Infierno", tema del que también Jean Paul "El Troglodita" haría una versión. Los muchachos le hicieron la pista para "El último beso", pero se dieron cuenta de que no congeniaban, de que el zambo Luna era imprescindible y decidieron regresar con él y convivir tolerantemente con su locura.



Pese a una grabación tan accidentada, el primer LP de la banda -llamado "York's 67"- tuvo muy buenas ventas, sobre todo gracias al éxito "Abrázame", que la historia ha convertido en su canción más conocida. En su versión en 45, a una semana de salir al mercado, "Abrázame" vendió alrededor de 40,000 copias, caso inusual para un sello como MAG, especializado en folklore y música tropical. "La enfermedad" era un ritmo contagiante, peruana y limeñísima interpretación del garage norteamericano, que Los York's supieron exponer en toda su magnitud, dando lugar a la creación de los llamados "Clanes de Los York's" en todo el país.

En Lima sus fans se juntaban en el Parque Universitario, en la Plaza de Armas o en la Plaza Francia, algunos adoptaban nombres como Los Escorpiones y eran chicos de barrios marginales con onda contestataria y que se comunicaban con sus ídolos a través de la radio, ya que los York's tenían cinco shows en emisoras como Expreso, Excelsior, La Crónica y ni les pagaban ni ellos pagaban por ese espacio, porque los medios de comunicación estaban en manos de gente de su generación y a ellos les interesaba tener esos programas e iban a animar y a responder las cartas y las preguntas de los fans en el aire. Ángel Tacchino, conocido narrador de noticias en la tele y luego alcalde del distrito de Pueblo Libre, era su técnico en radio La Crónica y entablaron una relación de colegas...

La psicodelia estallaba en todo el mundo y ellos se contagiaban por ósmosis, lo que no impidió que en su primera fiesta psicodélica, la que se hizo en el local de las Empresas Eléctricas, en jirón Camaná, cayera la policía y los acusara de drogadictos, y aunque todavía fueran zanahorias eran los más enfermos, y eso lo sabían los medios de comunicación, por lo que les dieron .un programa para ellos solos, como sucedió en la escena internacional únicamente con el Show de los Monkees y en la escena peruana únicamente con ellos... En su caso particular se llamaba El Show de Los Yorks y era emitido por Canal 11, propiedad de la familia Belmont. En este espacio televisivo la banda realizaba sketchs y música en vivo. Los textos del programa los realizaba el periodista y actor cómico Ramón Alfaro, que congenió bastante con los muchachos; en la locución en off estaba el DJ José Nashiro. El programa empezaba con un videoclip de la banda grabado en el Puente de los Suspiros: los enfocaban desde el terraplén y la bajada a los baños, ellos salían de entre las hojas de las plantas y corrían... Duraron sólo un mes ya que no había presupuesto y el Hermanón les metió cabeza con su sueldo, como es usual en la jungla peruana... Pero a ellos no les importaba porque mientras tanto estaban las giras a Ancash, Cuzco, Chimbote, Loreto, Tumbes, Piura, Trujillo: eran invitados a ferias departamentales y su presencia era obligada en interminables fiestas psicodélicas en el Club Tennis de La Victoria, el Club Okinawense y otros...

También tocaron en el Paraninfo de la Feria del Pacífico al lado de los canadienses Marshmelows Soup Group, que casi le vendieron un órgano Hammond a los New Juggler Sound, y telonearon a Roberta y al trío Los Panchos cuando hacían giras... Cierta vez, en el Salón Chavín del aeropuerto internacional Jorge Chávez, fueron a que CACODISPE les diera un disco de oro por sus ventas. También estaban invitadas Roberta y Zoilita Soriano y su cuerpo de baile. Entre bambalinas el zambo les apostó que iba a hacer que se pararan todos esos conchesusmadres, por más etiquetados y encorbatados que estuvieran... Se aprovechaba el tránsito de Charles Aznavour para montar un espectáculo y mientras tocaban Abrázame, el negro Pablo se metió gateando en medio de las mesas y se puso a cantar como un epiléptico y la gente de pronto empezó a ponerse de pie, y ellos seguían tocando y se preguntaban dónde estaba ese cojudo, y lo veían bajo la mesa hecho un loco y se ponían a reír, qué más podían hacer, si repentinamente había llegado 1968 y ellos habían alcanzado el momento álgido...



...Entonces se organizaban competencias musicales entre las bandas más populares. Eran los conocidos "mano a mano", que solía organizar el empresario Chucho Martínez. Los York's hicieron varios mano a mano con Los Dolton's, como por ejemplo uno que hicieron en el cine Lux en vermouth de 7 a 10 de la noche, con un lleno tota, pero el más curioso fue el que tuvieron con Los Shain's en el cine Ídolo.

La banda de Pico y Gerardo salió vestida de smoking blanco y con amplificadores de doble columna, dispuestos a impresionar al público con sus temas hindúes con cítara. Dos DJs, uno a cada extremo del escenario apadrinaba a cada banda. Los York's salieron con sus ternos a cuadraditos, que recién estrenaban... Casi nomás empezar, Walter Paz reventó un amplificador chiquito en el que había conectado su instrumento. Tuvieron que enchufar las dos guitarras a un amplificador Fender de 100, pero no se escuchaba nada, así que optaron por hacer una actuación in crescendo: y así, cada vez que les tocaba salir terminaban rompiendo los amplificadores y tirándolos al suelo, y el cine se vino abajo. Las primeras filas eran de Los Shain's, pero el resto del recinto era suyo. Los York's ganaron por aclamación. El bochorno para los Shain's fue tan grande que su manager, el señor Enrique Ego Aguirre, les prohibió alternar con los York's.

Según la idiosincrasia de la época el músico era exclusivo y fiel a su banda como a la camiseta, por lo que no se juntaron mucho con otros grupos y se restringieron los jams, por lo que se puede decir, en líneas generales, que la primera escena del rock en el Perú fue muy poco comunitaria. La situación fue cambiando ya entrados los 70, cuando ya todos se declaraban hippies...

El segundo LP, llamado York’s 68, fue el disco en el que tuvieron más libertad, ya que habían vendido mucho con su primera versión de "Abrázame"... Walter ponía la caja de efectos Schaller en paralelo y las pichicateaba para que saliera con dos distorsionadores a la vez... Durante las sesiones conocieron a un grupo de japoneses llamados los Zigcero, que se quedaron impresionados con las voces que hacía Pablo Luna y les pidieron que les enseñaran a hacer coros...

En esos días había llegado a Lima el famoso intérprete y compositor Neil Sedaka, que se hospedó en el hotel Bolívar. Los chicos eran fanáticos suyos, así que fueron a buscarlo. Lo invitaron a los estudios de MAG para que los viera tocar. Neil Sedaka congenió muy bien con Los York's –paraba hablándoles de Carol King, que había sido su vecina- y los ayudó en los arreglos de la canción "Sé que no cambiarás", composición de Walter. También grabaron una segunda versión de "Abrázame", con unos arreglos en la guitarra muy diferentes –y de hecho mucho mejores- que la anterior.

A fines de ese año se retiró de la banda Pacho Aguilar, un baterista dotado de un carisma y un humor especial y que desde su batería Roxy se las arreglaba para estar en primera línea de la puesta en escena tribal. Fue reemplazado por Freddy "Puro" Fuentes Aranda, que en ese entonces parecía estar dotado con el don de la ubicuidad, ya que entre fines de los 60 y principios de los 70 estuvo también con La Nueva Cosecha, Los Belkings, el Polen y muchos otros grupos importantes.

A la vez, decidieron cambiar de casa discográfica, lo cual no le cayó nada bien al ingeniero Carlos Manuel Guerrero. MAG sólo les pagaba por grabación, pero El Virrey les ofreció regalías y un contrato en el que les daba 60 000 soles por adelantado, un caché completamente inusual en el mundo roquero de entonces. Los chicos se fueron de MAG sin decirle nada a Guerrero porque estaban ligados por contratos no legalizados y ellos habían buscado un asesor legal que les dijo que podían irse donde quisieran. Guerrero se picó y sacó un LP llamado York's 69, que en realidad es un disco apócrifo. En algunos temas tocaba la banda, pero como las canciones que habían dejado eran insuficientes, Guerrero solicitó la ayuda de Pablo Villanueva "Melcochita", que utilizó playbacks dejados por el grupo Los Teddys y le puso su voz a canciones como "El Preso", "El Loco" o "El Psicodélico".

Melcochita conocía bastante las vivencias de los York’s y se inspiró en sus anécdotas cotidianas para hacer las letras. Por ejemplo, en "Jessica", habla sobre la chica que en aquel entonces era la novia de Pablo Luna. Demás está decir que la jugada del ingeniero Guerrero no le salió tan rentable, ya que la gente se dio cuenta de la trampa y casi no compró el disco.



Los verdaderos York's, por su parte, estaban en la cima de su creatividad. Ya conocían la marihuana y comenzaron una temporada de excesos... La primera vez que Pablo Luna consiguió tronchos fue en la comisaría de policía, en una de sus por entonces frecuentes detenciones, cuando se robó una bolsa de marihuana incautada a vista y paciencia de la tombería... Su estilo de vida era frenético: como habían empezado a ganar dinero Pablo compraba automóviles en estado terminal, los llevaba a Ancón, conducía a toda velocidad en los muelles y los arrojaba al mar...

Es muy recordada la actuación que dieron por esos días en el Colegio Ciencias del Cuzco. Realizaban una interminable improvisación (veinte minutos) del tema "Abrázame" en la que habían intercambiado instrumentos y roles escénicos: el alocado Freddy "Puro" Fuentes se desplazaba por todo el escenario llevando consigo un platillo y tocándolo incesantemente, mientras Pablo Luna por su lado se solazaba con el bajo eléctrico, Jesús Vílchez cantaba aún cuando le sangraba la mano profusamente pues el pedestal del micrófono casi le había cercenado parte de un dedo y en una especie de danza tribal salpicaba la sangre a la platea y a sus compañeros de grupo. Esto hizo que el público, lleno de estupor y de desconcierto, se motivara aún más y danzara extasiado.

El contrato con El Virrey dio como resultado su último LP, el extraordinario "Ritmo y Sentimiento". Casi todas las canciones estaban acreditadas a Walter Paz, que se encerró tres días en su casa y sacó temas como Mi Nena o Sin Éxito –donde utiliza una guitarra de 12 cuerdas-, que relata cómo lo botaron de su jato por haber jalado varios cursos en la universidad –estudiaba periodismo- y tuvo que dormir en un parque. En esa época era un mataperro a tiempo completo, parando en Lince, Barrios Altos, Ancón y el Centro de Lima casi simultáneamente, en un ejercicio frenético de conocimiento de la ciudad que revela su perplejidad y deseo de experiencias en un tiempo en el que todo estaba cambiando: ésta era la auténtica revolución urbana.

Tanto desarreglo les pasó factura y determinó su ocaso... El sueño estaba por terminar: en las postrimerías de los 60 se prohibieron las matinales y las fiestas con grupos en vivo; la escena peruana dejó de tener la exposición televisiva y radial de antaño. La cumbia reemplazó entonces al rock como la principal música urbana juvenil. El negro Pablo vio cómo Los Destellos, una banda que al principio tocaba 30 minutos en el intermedio de sus actuaciones acababa como gran acto final en las fiestas... Los roqueros no conocían todavía la autogestión y no lucharon demasiado por su arte, que por aquel entonces llegó a cimas a las que todavía no ha regresado el rock en el Perú. El primero en irse fue, una vez más, Pablo Luna, a quien estaban presionando para que cantara en inglés para parecer más rockeros... Los York’s volvieron a cantar en ese idioma, como había sido su deseo en los primeros tiempos. Estaban sacando temas como Crimson and Glover, de Tommy James & The Shondells y canciones de The Turtles: querían volverse exquisitos y ya pensaban en sacar un York's 70, que jamás vio la luz pese a la madurez musical alcanzada... La ausencia de Pablo era esta vez definitiva, así que Los York's acabaron por separarse, sin hacer concierto de despedida ni nada parecido. No hubo ningún tipo de adiós.

Ya sin los York's, Walter empezó a parar con músicos virtuosos como Richie Zellon, el "Puro", Tino Pow Sang y Arturo Montenegro -de El Álamo- o la gente de Kabul, como el guitarrista Carlos Maldonado, con quien hizo bastantes jams pero no llegó a grabar. Pablo Luna sí grabó: sacó unos singles de cumbia con Los Ecos, la gran banda chichera liderada por Beto Cuesta, otro rockero entre el Rímac y Jesús María que se pasó por esos años a la música tropical.

En 1974 algunos York's se volvieron a juntar. Grabaron un puñado de 45s con el aporte vocal de Beto Casanova y el extraordinario baterista Rafael "Pocho" Purizaga. De estas grabaciones destacan Ya bebí gran rato / Lejos e Insignia / Cuando mi mente no está conectada en ti.

Ya en la segunda mitad de los 70, cuando el rock peruano murió, Walter Paz formó los grupos Corpus y Korillacta (Nueva Canción), y siguió estudios superiores en el Conservatorio Nacional de Música, haciendo arreglos para el Taller de la Canción Popular (dirigido por Celso Garrido Lecca). En 1979 recorrió escenarios de Sudamérica con el guitarrista Félix Casaverde, uno de los grandes de la música criolla y afro peruana. Posteriormente ha realizado arreglos para destacados músicos, entre ellos, Martina Portocarrero y Richard Villalón. Entre los 80 y los 90 hubo esporádicas presentaciones de los York’s con Pablo Luna en arrinconados shows del recuerdo organizados por Pacho Aguilar en cines donde padres y madres de familia iban a recordar su época dorada; las actuaciones nunca llamaron la atención de las nuevas generaciones de roqueros.

A comienzos del tercer milenio Pablo Luna emigró a España. Antes de que se fuera, Arturo Vigil lo entrevistó en un local de la avenida La Marina donde hizo su despedida. Publicó su conversación en Sótano Beat 3. Por mi parte, yo también migré, senté mis reales sobre Madrid y tuve la suerte de poderlo conocer, encuentro imprescindible, ya que Los York's era uno de los pocos grupos que no había entrevistado en Lima antes de este viaje definitivo. Con Paul Hurtado de Mendoza teníamos el proyecto de sacar un disco recopilatorio de Los York's, así que lo contactamos para que nos proporcionara información y fotos. Nos citó en un pueblo de la sierra de Madrid –donde, alucinados, pensábamos que llegaría en bolichera- y nos concedió una entrevista, que, junto a las declaraciones de Walter Paz recogidas por el mayor yorkólogo del planeta 3, el periodista Arturo Vigil, me han servido como fuente principal para redactar este informe histórico sobre una de las más grandes leyendas urbanas del rock nacional. Sólo me queda por evocar una entrevista -publicada en el número 3 de Asalto al Cielo el domingo 11 de mayo de 1986- en la que Pablo Luna, en Malambito mientras esperaba a una gila, respondió a Piero Bustos –el popular Morsa Vieja de los legendarios Del Pueblo- la pregunta de si era supersticioso, zambo, y él le dijo que claro que lo era, que se corría la paja antes de cada concierto. Gracias por el cariño, maestro.

Publicado por HEDUARDO, en Rock Peruano Rollos