Publicado originalmente el 12 de julio de 2010
Fuente Apasanca Rock
Escribe Kenny V. Azurin
Parte I
El rock llego a nuestro país un 15 de setiembre de 1955, y se instaló en la capital para posteriormente apostarse en los distintos confines del interior peruano. Esta corriente musical encontró al Perú en su etapa de transición a un modernismo instituido y propulsado desde el Estado. El rock acentuó su posición en una etapa histórica de migración convulsa, del campo a la ciudad, en los albores de una industrialización romántica, marcada por un doloroso alumbramiento nacionalista. Una etapa precaria aun de los medios de comunicación en la historia peruana, donde más del sesenta por ciento de la población citadina procedía de las zonas rurales, con altas tasas de analfabetismo y marginación.
El rock hizo su ingreso al Perú junto al cine como su principal recurso de difusión, y caló profundamente en los sentidos de la colectividad juvenil, que esperaba el menor estímulo para poder manifestarse con propiedad. Fue en esas fechas que llegaron a nuestro país, mucha películas y música rock las que despertaron el interés de los medios televisivos y radiales. Películas como Blackboard Jungle (Semilla de Maldad), Al Este del Edén, Rebelde sin Causa, Celos y Revueltos al Ritmo del Rock, Al compás del Reloj, etc. fueron estrenándose en los cines de la capital y las principales ciudades del país. Ellas abordaban la discrepancia dual entre jóvenes y adultos. “Para entonces la onda rockanrolera –su frenético ritmo, su provocador desenfado- ya habían dejado huella en las actitudes de los jóvenes tanto como en su vestimenta. Las casacas de cuero, los jeans y las zapatillas empezaron a ser moneda corriente en las calles de Lima…” (ALTA TENSION, Los Cortocircuitos del Rock Peruano, Pedro Cornejo Guinassi, Lima 2002, p. 18).
Sin duda el ingreso del rock a nuestra región (Apurimac), se efectúo progresivamente a partir de la segunda mitad de los años cincuenta, por iniciativa de aquellos jóvenes, que se trasladaban hacia Lima para realizar sus estudios superiores. La práctica cultural del rock en el interior del país formó parte de una demanda social. Lima se había convertido en la ciudad protagonista de la oportunidad y el progreso; las poblaciones postergadas abandonaron los campos para concentrarse en esa Lima de esperanzas, de desarrollo y de estabilidad laboral. Por un largo periodo las ciudades de Abancay y Andahuaylas, fueron las únicas con potenciales en la región. Sus condiciones demográficas y geopolíticas se combinaron favorablemente en su proceso de modernización a lo largo de los últimos años.
Si bien el espíritu progresista de la sociedad apurimeña se incrementó a partir de la mitad del siglo XX, fueron los jóvenes los que aceleraron esa demanda y el rock representó el complemento de sus aspiraciones modernistas. La aparición del rock se convirtió en un soporte importante que permitió a los jóvenes de todo el mundo reconocerse así mismos, repercutiendo éste en sus actitudes: frente a la moral pasiva de las generaciones pasadas. Era el primer aliento de reflexión ante la histórica humillación adulta.
Considerando que la psíquis de la sociedad apurimeña, siempre estuvo cohesionada por una voluntad conservadora, la juventud de entonces no desaprovechó el irresistible y contagioso ritmo del rock. La consecuente incursión de este género en nuestra región, cambió el sentido perceptivo de la población urbana en forma gradual.
En los albores de los años sesenta la juventud apurimeña se mostraba ataviada por una disciplina y moralidad familiar bastante marcadas. Una época llena de candidez, donde se tenía por costumbre rendirle serenatas a las chicas; las fiestas para los jóvenes terminaban a las nueve de la noche, en ellas el beber o fumar un cigarrillo antes de los veinte años era algo inaceptable. Era una época en que las chicas no podían circular con el uniforme escolar pasada la seis de la tarde.
Sin duda la practica del rock en la región apurimeña comenzó como un juego, con reuniones de jóvenes que retornaban de la capital y circulaban sus discos, práctica esta que desde un inicio formó parte de un intercambio cultural y de una nueva idiosincrasia urbana. La creación de programas radiales dedicados al rock, la formación de bandas amateurs, la realización de "tocadas" caseras, la construcción de guitarras eléctricas y baterías artesanales, fueron desde un inicio la forma mas clara de asumir el rock en las ciudades de Abancay y Andahuaylas.
“Alrededor de 1961, solíamos ofrecer serenatas a mis padres y hermanas, entre la intersección de las calles Miscabamba y Elías, -conjuntamente con mis hermanos Valeriano “el Grillo” Vizcarra, Mario, Odilón y Lucho Lantarón- tocando instrumentos rústicos, como una galonera que representaba nuestra batería. Mario tocaba la base o esquila; una campana hechiza, reciclada de un amortiguador de carro, que en medio tenia una perforación que servia para ser empernado, lo usábamos como ritmo sonoro, Odilón tocaba el huiro, que consistía en un tubo de termo de fina textura, Lucho y Abel eran nuestros vocalistas. Por entonces apenas contábamos entre ocho y doce años de edad”.
(Marco Vizcarra Ascarza, músico).
Fue entre los años de 1964 y 1965 en que se descubren Los Grillos de la Nueva Ola en la ciudad de Abancay, nombre sugestivo que surgió a raíz de la protesta de una joven Vilma Vizcarra Ascarza, al sentirse perturbada por los escandalosas y constantes serenatas que le armaban los chicos. - ¡Parecen unos grillos que no dejan dormir!, protestó en voz alta. Desde entonces Valeriano se hizo conocido como “El Grillo”.
Los chicos lentamente fueron descubriendo los avatares de la música perfilando gradualmente su compromiso con el rock. Al no contar con instrumentos, las prácticas se efectuaban a voz en cuello. Si bien no se trataba de un grupo rockero, propiamente dicho, Los Grillos de la Nueva Ola fueron los primeros en desarrollar públicamente una música moderna. Ejercicio que empezó con la construcción de una batería artesanal en el taller mecánico de la familia Vizcarra; el bombo, el napoleón y los tones fueron elaborados a base de calamina plana, revestida por cuero de chivo, previamente curtido y sostenido por un aro de huarango, además eran acompañados por dos campanas rítmicas y un platillo de golpe.
“Buscábamos radios antiguos (telefunken), que los utilizábamos como amplificadores para la salida del audio. Los plushes lo elaborábamos a base de cables mellizos, cuya punta sonaba como un parlante pequeño, que se pegaba con una cinta aislante en la parte delantera de la guitarra. De este modo se conseguía un sonido rustico por la radio. (…) Posteriormente y durante nuestras presentaciones publicas, la madre Myrian nos facilitaba un megáfono sin cable, que se pegaba a la guitarra o la sostenía un fans, para su respectivo efecto”.
(Marco Vizcarra Ascarza, músico).
Durante los 60s la Nueva Ola fue aceptada por los jóvenes y los padres, precisamente por que era una música aceptable para los oídos más “reticentes”; para muchos una música que tenia buenos mensajes, sobreponiéndose incluso al propio rock. A raíz de ello entre 1965 y 1966 se formó lo que podríamos considerar la primera banda de rock de Apurimac: Los Golden Geens, (Muchachos de Oro), que a pesar de interpretar todo tipo de música, se enfocaron en el rock desmedidamente. Banda integrada por un grupo de adolescentes, Guido Sotomayor en la primera guitarra, Nicanor Huallpa Taco en la segunda guitarra y la vocal, Oscar Pedraza Sierra se encargaba de ejecutar el bajo, Javier Oliver en la batería, que posteriormente seria reemplazado por Cesar Cruzado.
Las agrupaciones que se enfocaron al rock en nuestro medio casi siempre fueron amateurs, motivo por el cual las modificaciones internas fueron constantes, no supieron afrontar el desafío de las composiciones propias, debido a la necesidad económica y la falta de tecnología. Los Golden Geens no fueron la excepción, el chato Alcides López “Chutacha” primer cantante del grupo, fue reemplazado por Percy Garay Méndez, al no tener éxito en la batería Abel “El Grillo” Vizcarra fue sustituido por su hermano Marco.
Pegado al furor de los covers Los Golden Geens se centraron en composiciones de Los Iracundos, Los Espectros, Los Yorks, entre otras apaciguadas bandas, pero jamás compusieron un solo tema. Como banda no pasaron de las serenatas escolares y fiestas privadas. En medio de ese clamoroso avance, se desarrollo el primer concierto de rock en nuestra ciudad de Abancay, con la presencia del grupo Trébol, que fue la primera banda -no propiamente rockera-, que arribó a nuestra ciudad por el año de 1966. Esta banda cusqueña debutó con su conocida composición, El Cóndor Pasa versión rock.
Posteriormente llegarían Los Siderals de Ayacucho, banda instrumentalista que triunfó a nivel de Sudamérica con aquel conocido tema Vírgenes del Sol que sonaba por distintas emisoras del país. Posteriormente harían lo propio Los Beltons, Los Telestar, Los Systems, Los G Mandarina ambas del Cusco y Los Celands de Andahuaylas, que en parte de su repertorio tocaban rock. Por entonces, la Sociedad de Artesanos de Abancay y el Club Unión eran los únicos salones de baile debido al poco desarrollo de la ciudad.
Los Satanics
En 1968 uno de los integrantes de Los Golden Geens emigró y la banda dejo de tocar, sin embargo los chicos se reagruparon para volver a la palestra, esta vez como Los Satanics. La agrupación estuvo conformada por Marco Vizcarra en la batería, Guido Sotomayor en la primera, Nicanor Huallpa Taco en la segunda guitarra, Oscar Pedraza en el bajo y Percy Garay Méndez en la vocal. Desempeñándose en serenatas y matinales de los cines del circuito urbano.
“Había la costumbre de brindarle serenata a las chicas del internado del colegio Santa Rosa, ellas habrían las ventanas para escucharnos, a cambio, nos invitaban cafecitos con hamburguesas y, cuando las monjas se enteraban de nuestras visitas, llamaban a la policía por teléfono”.
(Humberto Muñoz “Chafla”, locutor y melómano).
A diferencia de Los Golden Geens, esta banda se asentó por completo en el rock. Empezaron enfocándose en el desarrollo de covers de bandas como Los Yorks, Datsun, Silverton, Belkings, Shains, Saicos, Los Galos, Capa Blanca de Chile, entre otros, para después armar composiciones propias. Ese mismo año Los Beltons de Ayacucho arribaron a la ciudad para un concierto, ello incitó el ímpetu de los iniciados en la música.
“Los Beltons nos facilitaron sus instrumentos eléctricos. Por aquel entonces no había guitarras eléctricas en Abancay y tuvimos que adaptar megáfonos a los instrumentos acústicos para que éstos sonaran en los parlantes. Hacer rock por entonces fue una inquietud fuerte en nosotros, que nos contrataban para pequeñas fiestas privadas. (…) Pertenecíamos al Vinculo Juvenil Abanquino, dirigido por los párrocos. Los curas nos cedieron un ambiente que nos permitía conocer a otros chicos. Entonces les propusimos para que Los Beltons, pudieran participar de la misa juvenil, hecho que logro efectuarse”.
(Nicanor Huallpa Taco, músico y empresario radial).
Paralelo a Los Satanics (1967), surgieron los Kiss Kiss Bang Bang, (Besa Besa Mata Mata), con un alentador y atrevido propósito: romper con las costumbres de los viejos. Una banda de chiquillos que se preocuparon en desarrollar covers de rock & roll y Nueva Ola. Lo característico del grupo es que todos sus intérpretes portaban melenas y caminaban con ojotas por la ciudad. La cadencia que tocaban la llamaban enfermedad, que al parecer se trataba de uno de los temas más conocidos de Los Shains, aunque sostenían que más bien se trataba de un ritmo argentino.
Paralelo a Los Satanics (1967), surgieron los Kiss Kiss Bang Bang, (Besa Besa Mata Mata), con un alentador y atrevido propósito: romper con las costumbres de los viejos. Una banda de chiquillos que se preocuparon en desarrollar covers de rock & roll y Nueva Ola. Lo característico del grupo es que todos sus intérpretes portaban melenas y caminaban con ojotas por la ciudad. La cadencia que tocaban la llamaban enfermedad, que al parecer se trataba de uno de los temas más conocidos de Los Shains, aunque sostenían que más bien se trataba de un ritmo argentino.
Kiss Kiss Bang Bang, estaba conformado por el andahuaylino Uriel Luna en la primera guitarra, artista que se había iniciado con Los Celands, además de haber grabado junto a Los Siderals de Ayacucho. Se integró a la banda por una cuestión juvenil. También lo conformaban el popular Manuel “Sorry” Altamirano en la segunda guitarra, Torreblanca estaba en el bajo, Javier Oliver en la batería y entre los vocalistas se encontraba Raúl Miranda, “El Grillo” Vizcarra, Adrián Garay, Alcides López, Vergara, y las primas Tula y Lulla Luna, quienes acompañaban en los coros. La banda estuvo bajo el amparo de Armando “El Chama” Díaz Calderón.
“En esa época el popular “Apolo”, un aficionado melómano, se convirtió en el proveedor de los refrescos de manzana durante los ensayos que se realizaban en casa de los Vizcarra de la avenida Elías. “Apolo” nos colaboró en todas nuestras presentaciones publicas. (…) En la puerta lateral de la casa se expendía agua de manzana y hamburguesas. Algunas veces la mezclábamos con caña para motivarnos durante los ensayos”. (Marco Vizcarra Ascarza, músico).
En 1968 se instaló una de las primeras estaciones radiofónicas de la ciudad de Abancay, Radio Apurimac, ese mismo año Jesús Palomino lanzo el primer programa rockero de la ciudad: Impacto Musical. Lo propio haría Humberto Muñoz “Chafla”. “El Chafla” quien fuera uno de los principales locutores que incursionó en el giro del rock a partir de 1968, con el programa Ronda Musical, transmitido por Radio Municipal, emisora que posteriormente tomaría el nombre de Radio Abancay.
Fue en 1969 en que Humberto Muñoz, lanzó su segundo proyecto denominado Súper Hits Musicales, esta vez por Radio Apurimac. El“Chafla”, se destaco por emitir una programación variada de rock y baladas, sin embargo, entre 1978 y 1980, retornó a Radio Abancay difundiendo solo rock. En el trayecto de su carrera, armó un programa radial, que desde entonces se llamaría Cancionero del Recuerdo. De este modo Humberto Muñoz “El Chafla”, pasaría a la historia local con este programa, presentadolo en distintas emisoras por donde paso a lo largo de sus cuarenta años de actividad.
En octubre del 1968 Juan Velasco Alvarado asumió la dirección del país con un golpe de Estado. Con el gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas se empezó a limitar toda actividad pública y el Perú fue declarado en Estado de Emergencia. Lo primero que hizo Velasco con respecto al rock fue la prohibición de las matinales. Al rechazo del gobierno se sumó la protesta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos señalando que el rock era "una música alienante, propia del imperialismo yanqui”.
El desconocimiento sobre la esencia cultural que entrañaba este género, se pudo percibir entre los estudiantes universitarios de tendencia izquierdista.
“Estratégicamente el gobierno prohibió los matinales en 1969 pero dejó que el rock nacional siguiera su curso, consciente seguramente de que su misma política general -económica y cultural- se encargaría poco a poco de asfixiarlo. Por un lado, los medios masivos de comunicación fueron confiscados y, en consecuencia, dejaron de ser una ventana para el rock local. Por otro lado, la importación de equipos e instrumentos se volvió virtualmente imposible. Por ultimo, y como resultado de su política de no alineamiento, el Perú quedaba fuera del eje anglosajón lo cual para el rock peruano significaba quedar aislado de su conexión con la escena internacional. La culminación de este proceso tuvo lugar en 1971 con la censura y prohibición del concierto que iba a realizar en el estadio de San Marcos el grupo de Carlos Santana, quien luego de su actuación en Woodstock se había convertido en una figura cumbre del rock mundial. (…) a partir de 1972 el rock ingresó a una espiral descendente, se cerraron los espacios de difusión, los conciertos se hicieron cada vez mas infrecuentes, la producción discográfica descendió notoriamente y, lo que es mas importante, los grupos peruanos fueron desapareciendo sin que surgiera un recambio generacional consistente. La efervescencia había desaparecido y el rock nacional comenzó a languidecer irremediablemente”.
(ALTA TENSION, Los Cortocircuitos del Rock Peruano, Lima, 2002, p. 36).
Los Satanics junto al Vinculo Juvenil Abanquino.
A pesar de la falta de recursos informativos, tecnológicos y académicos, la sincronía y el feeling de los jóvenes pervivió en las distintas provincias, pero la represión hacia el rock fue también una buena causa para el despliegue de las manifestaciones populares que representaban al grueso de la población marginal. A todo ello, aunque se desmienta, pese a la represión que tuvo ese gobierno contra el rock, fue precisamente en esta época donde se hizo mejores eventos culturales en nuestra ciudad. Ese es el caso del proyecto denominado, Festival de la Música Juvenil Abanquina, evento promovido por el Estado y dirigido por Esteban Flores, propietario del entonces Establecimiento Comercial Ketal.
A pesar de la falta de recursos informativos, tecnológicos y académicos, la sincronía y el feeling de los jóvenes pervivió en las distintas provincias, pero la represión hacia el rock fue también una buena causa para el despliegue de las manifestaciones populares que representaban al grueso de la población marginal. A todo ello, aunque se desmienta, pese a la represión que tuvo ese gobierno contra el rock, fue precisamente en esta época donde se hizo mejores eventos culturales en nuestra ciudad. Ese es el caso del proyecto denominado, Festival de la Música Juvenil Abanquina, evento promovido por el Estado y dirigido por Esteban Flores, propietario del entonces Establecimiento Comercial Ketal.
“Se trataba de una competencia musical y Los Satanics, ganamos el Disco de Oro, que fue entregado a Julio Campos, representante de nuestra banda. Competimos contra los Kiss Kiss Bang Bang, además de otros grupos que representaban a distintos colegios y barrios respectivamente. (…) Las autoridades respaldaban las actividades y las inquietudes de los jóvenes”.
(Nicanor Huallpa Taco, músico y empresario radial).
Los Satanics duraron algo más de dos años, pero en el tiempo de su permanencia lograron componer entre cinco a seis canciones. El grupo tuvo intenciones de grabar, pero todo quedó en nada. Tan pronto acabaron el colegio se separaron por motivos de estudios posteriores. Sin embargo, como banda, hicieron presentaciones en las localidades de Grau y Chalhuanca. Mientras tocaban el cover Abrázame, un tema muy estremecedor, Percy Garay vocalista de Los Satanics se cayó del escenario, disimulando el dolor se puso de rodillas para seguir cantando, el público pensó que todo eso era parte del show. También durante una ocasión de despedida, se produjo otro accidente: Oscar Pedraza resistió el impacto de un corte circuito en la guitarra. El desplome generó la distorsión de la música. A la ausencia de las guitarras eléctricas, los músicos de esta época estaban expuestos a los peligros e inconvenientes técnicos.
En 1973 hace su aparición la banda Alta Tensión, que tuvo una presencia de tres años en el contexto local. Banda conformada por “Pepín” Meza como primera guitarra y vocalista principal, Juan “Chachaco” Montufar en la segunda guitarra, Javier “Tipi” Quispe en el bajo y acompañante en la voz y el desaparecido Larry Urdanegui en la batería.
“Tocábamos covers de Deep Purple, Los Iracundos, etc. Durante las fiestas sociales no nos permitían tocar rock a pesar de nuestras intenciones. Era obvio que el rock en nuestro medio no era muy popular, la gente solo quería bailar. Solo aprovechábamos el tiempo en el que descansaban los grupos de cumbia que venían de Andahuaylas y las que representaban a Abancay para subir al escenario y tocar. Sin embargo el padre de “Pepín”, el señor José Meza, que también era músico, nos apoyaba con sus instrumentos durante nuestras prácticas”.
(Javier Quispe “Tipi”, ex integrante de Alta Tensión y Fox).
A pesar de la indiferencia de la sociedad adulta y conservadora, que gustaba del folklore, la cumbia, etc. la ausencia de información se hizo clara y los efectos de la censura del gobierno de facto, también. Cada vez el rock se encontraba reducido a manos de quienes retornaban de la capital y los pocos que se sumaban a la actitud de este movimiento.
“Pese a todo el rock solo crecía por nuestro impulso, la gente se hacia crecer el cabello, la barba, se pintaban las casacas de jeans y los parches de cuero en el trasero. Siempre fuimos creativos y originales”.
(“Apolo” Trujillo, melómano).
El hecho mismo de ser una ciudad pequeña, en alguna medida refrenó el desarrollo del rock. El reducido público rockero era profundamente motivador y tenía un feeling grande para la asimilación de nuevos estilos. Por aquella década tenían por costumbre reunirse en las esquinas haciendo bulla porque los padres no les permitían hacer rock en casa, en algunas ocasiones se congregaban en casas privadas, sobre todo durante la ausencia de los progenitores para realizar fiestas. Hombres y mujeres poco a poco incursionaron en el rock visceral, impartiendo sus conocimientos sobre este género, una costumbre que a la fecha perdura.
“Había patas que venían con la fiebre del rock, instalaban sus tornamesa y los colocaban en las calles para escuchar música con discos de vinilo. (…) El joven de la época le daba mas importancia a la vida social de ese momento, conocer chicas, patas y escuchar música. Muy poca gente se animaban a crear una banda”.
(Entrevista a Jorge Cervantes Matamoros, melómano).
Las fiestas sociales en las casa privadas respondían a la ausencia de discotecas y espacios rockeros. Además existían comentarios absurdos que surgían sobre este genero, considerado satánico y como un elemento alienante que atentaba contra la “cultura nacional”, en el peor de los casos se le vinculaba con el libertinaje, el consumo de drogas, etc.
“Fui el primero en organizar un tono rockero en mi casa en 1970 a lado de treinta amigos; Carlos Farfán, Pacho Palacios, los hermanos Ballón, “Pocho” Medina, las familias Monel, Zegarra, Acuña, Maldonado, etc. Colocábamos afiches en las paredes y luces de acuerdo a nuestra creatividad, de alguna manera la sociedad admiraba nuestras acciones”.
(“Apolo” Trujillo, melómano).Por otro lado, en la Plaza de Armas de Andahuaylas se encontraba una tienda de discos (Discos Acosta), cuyos parlantes instalados en dirección al perímetro central de la plaza, emitía música que estaba de moda. Acción admitida a solicitud de parejas y oyentes rockeros que asistían al parque. El disfrute tenía un costo asequible al publico. En un acto ritual la gente disfrutaba de la melodía mientras departía sus discursos cotidianos.
A lo largo de los setenta la ciudad de Andahuaylas aun no contaba con una sola banda de rock, sin embargo fueron Los Celands de Uriel Luna, los que tuvieron una mayor apertura hacia este genero los que llegaron a congratularse en distintas ciudades del país. Vestidos como los grandes hippies de la época, llegaron a interpretar covers de Santana, The Beatles, The Rolling Stones y algo de Nueva Ola. Hubo otros grupos como Los Raymi Zodiac, que en un inicio estuvo a cargo de Rosa Acosta, luego paso a manos de Lido Flores de Talavera, el grupo Benker, liderado por el desaparecido Wilfredo Leguía y Los Barbas. En tanto en la ciudad de Abancay el grupo Sur Star (1972) que estuvo dirigido por Lucho Ascue y la Orquesta Impacto, de la familia Palomino Trujillo armaban las kermeses. Este último brillo por todo el sur del Perú; un grupo muy bien implementado en sonido e instrumentos de calidad. Estas dos bandas durante sus repertorios tocaban entre cuatro a cinco covers de rock. Por otro lado en 1974, se realizó un concierto de rock, acompañado de una película de este genero en el Cine Nilo de la ciudad de Abancay. La sala quedo abarrotada, pero como se trataba de uno de los poquísimos espacios de entretenimiento, la elección no necesariamente convocó a los amantes del rock.
Se había comentado antes que los recintos de los curas eran lugares propicios para la concentración de jóvenes, pues en estos espacios no solo se impartían coloquios, canciones superfluas o prácticas de ping pong, sino se tocaba guitarra. Aprovechando la ausencia de los párrocos, los chicos mas empedernidos usaban los instrumentos en las prácticas del rock. Entre ellos se contaban a Rolando “Choso” Mendoza, Juan “Chachaco” Montufar, Javier “Tipi” Quispe y “Pepín” J. Meza, los mismos que mas adelante se atreverían armar una banda.
Se había comentado antes que los recintos de los curas eran lugares propicios para la concentración de jóvenes, pues en estos espacios no solo se impartían coloquios, canciones superfluas o prácticas de ping pong, sino se tocaba guitarra. Aprovechando la ausencia de los párrocos, los chicos mas empedernidos usaban los instrumentos en las prácticas del rock. Entre ellos se contaban a Rolando “Choso” Mendoza, Juan “Chachaco” Montufar, Javier “Tipi” Quispe y “Pepín” J. Meza, los mismos que mas adelante se atreverían armar una banda.
Radio Andahuaylas, que por entonces era la única señal de esta ciudad, solo contaba con un programa rockero denominado Música Juvenil dirigido por Lucho Monteagudo Salas, sin embargo los amantes del rock de esta localidad, apelaban a diversas e ingeniosas formas para satisfacer sus deleites musicales.
“Había una emisora que emitía rock desde Lima durante las mañanas y la vieja radio de mi padre la captaba muy bien. Tenía amigos que adquirían discos o cassetts frescos de buena calidad, por parte de sus padres que trabajaban en Lima, el otro modo para escuchar rock era asistiendo a los conciertos de Los Celands que se armaban en el Club Social de Leones”.
(Alessandro Akeos Loayza, músico).
Por otro lado en 1975 surgen programas de rock en las dos únicas radioemisoras de amplitud modulada de la ciudad de Abancay: Radio Apurimac y Radio Abancay. Locutores como Hugo Viladegut lanza su programa Icaro Diabólico que se transmitía ente las seis a siete de la noche. Tari Gamarra Luna remataba la propuesta con el programa Caminando con la Música, sumándose a los propósitos de Humberto “el Chafla” Muñoz.
En 1976 ingresa la primera señal de televisión a Abancay y con ella ingresa al fin el mundo de afuera. Un proyecto populista del gobierno militar de Morales Bermúdez, presentado bajo una controvertida desazón, permitió la elección mayoritaria de una señal abierta en sustituto a la construcción de una universidad lo que incrementó la percepción y la sensibilidad de nuestros jóvenes citadinos.
La presencia de los dos canales de señal abierta, fundamentalmente el canal del Estado (Televisión Nacional del Perú) y la aparición del programa Disco Club en 1978, dirigido por el destacado Gerardo Manuel Rojas, aceleró la pegada del rock tanto en Abancay como en Andahuaylas. Fue en esta misma época en que los propietarios de las salas de cine de nuestra ciudad, estrenaban películas rockeras como las de Jimmy Hendrix, el Festival de Woodstock, Puente Arco Iris, etc. pero no con el propósito de difundir el rock sino por puro interés económico.
Si bien es cierto que El Fogón fue la primera discoteca de la ciudad de Abancay, en 1977 se inaugura la muy conocida e histórica discoteca La Choza, que comienza difundiendo rock. Una discoteca que por entonces tenía una construcción de adobe y techo de paja, la misma singularidad física que le permitió consagrarse en el ámbito local. La Choza gozó de una larguísima aceptación del público identificado con su peculiar estilo, discoteca que posteriormente fue sustituida por una construcción moderna. La difusión del rock en esta disco se debía gracias a su primer propietario Francisco “Paco” Rodríguez.
“Le rendí rigor al diseño, Carlos Orihuela, un apreciado Arquitecto huancaíno se encargó del diseño. La Choza tenía una forma circular inmensa, contaba con tres niveles y admitía una capacidad de ochenta personas o algo más, tenía una nave para el bar, una pista de baile de piedra negra bien pulida. Era una discoteca de construcción subterránea. El rock era una música muy revolucionaria e innovadora, había mucha gente que gustaba de este género, no solo por su aspecto coyuntural. (…)Yo tenia que ir a Chile a traer discos, porque ni aquí ni el Cusco habían temas que estaban sonando…varios fueron los discjockeys que trabajaron conmigo y muchos de ellos locutores, inclusive, copiaban la música para transmitirla por las emisoras locales. Hubieron coleccionistas como Humberto “El Chafla” Muñoz que llegaron a laburar en nuestra empresa”.
(Francisco “Paco” Rodríguez, primer propietario de la discoteca La Choza).
La contribución de Francisco “Paco” Rodríguez, fue muy importante no solamente para el rock en nuestro medio, sino para el esparcimiento del publico en general, sobre todo en la etapa de convulsión política de los ochenta a la que nos enfrentamos los apurimeños. Fue en 1990 en que “Paco” renuncia a la dirección de La Choza, debido a una serie de factores y problemas familiares.
Retomando el sentido de nuestra lectura, en 1977 se forma Fox, una banda auténticamente rockera, liderado por Walter Sotelo, vocalista y guitarra, Fernando Mendoza en la segunda que también acompañaba en la voz, Rolando Mendoza en la batería y Javier “Tipi” Quispe en el bajo, en ocasiones Marilu Pulgar compartía el escenario con la banda. Fox tuvo su primera presentación pública en el Teatrin Municipal, posteriormente en el Cine Nilo. La banda tuvo una permanencia de tres años, lo importante de este grupo, es que cada integrante había desarrollado temas propios, no obstante se caracterizó por armar covers de Deep Purple, Eagles, Bachmann Turner Overdrive, Abba.
“En varias oportunidades viajamos al Cusco a tocar en el Teatro Municipal; lo característico de la banda es que hacíamos música en serio, llegamos a tener algo de diez composiciones que se llegaron a grabar caseramente. En nuestras visita por la ciudad del Cusco creían que la banda era de Lima por la indumentaria que llevábamos.”
(Javier Quispe “Tipi”, ex integrante de Alta Tensión y Fox).
En 1979 hizo su aparición Radio Doble Nueve, como primera y única señal rockera del Perú y que hasta la fecha se ha mantenido como tal, desgraciadamente su cobertura siempre fue limitada que solo abrigó el perímetro urbano de la ciudad de Lima. Si la señal de esta estación se hubiese ampliado a nivel nacional, los treinta años de su emisión, hubiesen favorecido enormemente las aspiraciones de los jóvenes de todos los circuitos rockeros del país.
Desde distintos ángulos se afirma que el rock en el Perú, solo fue una expresión estacional y que ha venido disipándose, conforme sus protagonistas abandonaban su juventud. Las pocas bandas que tuvimos en Apurimac no estuvieron exentas a este problema. Los chicos colgaron sus guitarras para realizarse en distintas universidades del país, solo los más empecinados se esforzaron por registrar sus composiciones artesanalmente. Precisamente ese tipo de factores fueron las causas que desintegraron a Fox en 1980, sin embargo los protagonistas continuaron haciendo música en diversas facetas y por distintos lugares. Walter Sotelo prosiguió tocando en los pubs del Cusco junto a otros artistas locales, Javier “Tipi” Quispe se especializo en el jazz y “Pepín” J. Meza se fue a Australia, donde formo una banda denominado Think.
Pese a la desaparición de las fracturadas bandas, el rock en Abancay se había instalado en la memoria de un público minoritario ávido de música sobre todo contracultural, no fue casual la formación de Los Cherrys, que agrupaba a Carlos Martínez Calderón, al desaparecido Raúl “Chuto” Barra, “Apolo” Trujillo, Fernando “Pajarito”, “Chunchun”, a Alex Americo “el Gato” Yupanqui Navarro, etc. personajes resaltantes, que en la actualidad, aun se divierten mesuradamente en los confines del perímetro urbano de la ciudad. Fueron ellos los que finalmente sellaron la leyenda de esta primera etapa del rock en Abancay y, que a la fecha, han venido consolidando la escena del rock.
El modus vivendi de esta gente facilitó la supervivencia de este genero, que fue plasmándose en bares y recintos tradicionales como El Mariño, “donde mueren los valientes” alusión que respondía a la muerte de un parroquiano, El Girasol, conocida como “La Rockola”, el Bar Danubio Azul, El Carrizal, El Arpachayoq, entre otras chicherías y antros periféricos, pruebas suficientes para creer que el rock en realidad mantuvo su carácter esencial en nuestra región.
Existen suficientes justificaciones para analizar el problema del rock de esa época, que no solo careció de una falta de compromiso de los jóvenes o los impactos político-culturales de lo aplicado por el gobierno militar de Velasco, sino el peso y la conducta de una sociedad resonante.
La contracultura entendida como una respuesta frente al impacto negativo de la industrialización, tal como ocurría en los países de primer orden, jamás fue entendida por la ciudadanía. La demanda de la población peruana por entonces estaba enfocada solamente a la mejora de su estatus de vida. Ellos abandonaron sus tierras debido a la insuficiente producción de sus posesiones, para instalarse en las grandes urbes como Lima, para recién entender la modernidad. El rural así como el recién urbano, poco o nada entendía sobre las propuestas de la contracultura y no porque eran ineptos a asimilarla, sino porque sus sentidos perceptivos, así como sus necesidades respondían a otros intereses. Por lo tanto esa sociedad, finalmente “dominante”, por ser mayoría, luego de haberse instalado, acentuó y popularizo su música, porque era la expresión mas cercana capaz de reflejar su transito social.
Esa masa uniforme jamás iba a dar ese salto que los rockeros esperaban, tampoco el rockero de entonces, se encontraba en condiciones de comprender este hecho histórico, porque no tenía los recursos, ni las motivaciones suficientes como para afrontar ese reto. A todo ello se sumó los prejuicios socioculturales promovidos por partidarios de izquierda, por un lado y, la resistencia de un régimen conservador por el otro, ambas miraban al rock con malos ojos. Estupidez que motivó la práctica de las artes y el propio rock como un privilegio de estatus de un publico reducido, y no como un soporte de lucha reivindicativa en favor de una mayoría social.